La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 11
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Capítulo 11:
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Si manejaba bien la situación, Ethan seguiría siendo suyo.
Además, Brenna era una persona corriente que ni siquiera había terminado la escuela primaria, ¿qué posibilidades tenía con un hombre distinguido como Ethan? No tenía por qué preocuparse demasiado por Brenna, que no suponía ninguna amenaza para ella.
Con ese pensamiento, el rostro de Rosie se iluminó y esbozó una sonrisa serena. —Ethan, esta es la situación. Mis padres y mis hermanos tenían asuntos importantes que atender hoy, así que no han podido recoger a Brenna. Me ofrecí a hacerlo yo, pero ha surgido un imprevisto en la empresa.
Se volvió hacia Brenna con una mirada ensayada y arrepentida, pero esta la miró con evidente escepticismo. Brenna claramente no la creía.
Ethan, por su parte, seguía impasible, sin traicionar ningún sentimiento.
Rosie apretó los dedos con nerviosismo mientras juntaba las manos. Tenía que tener cuidado: la imagen que Ethan tenía de ella dependía de cómo manejara la situación.
Con una leve sonrisa, continuó: «No quería que Brenna se sintiera abandonada, así que le pedí a mi secretaria, Lilian, que se ocupara del asunto por mí. Me aseguré de decirle que Brenna es la hija biológica de nuestros padres y que podría tener algunas dificultades para adaptarse a la situación debido a su falta de educación formal. Le dije a Lilian que la cuidara bien. Creo que Lilian malinterpretó mis intenciones y pensó que quería darle una lección».
Miró a Brenna y, con voz deliberadamente suave, dijo: «Siento mucho que mi secretaria malinterpretara mis palabras y te causara problemas. Te pido sinceras disculpas en su nombre. Por favor, olvidemos todo esto».
Para reforzar aún más su inocencia, Rosie sacó su teléfono. «Estoy en reuniones, mi secretaria se encarga de todos mis mensajes. Si no me crees, Ethan puede confirmarlo».
Brenna la miró con una sonrisa de complicidad. Rosie era inteligente, eso estaba claro. Con unas pocas palabras bien elegidas, se había distanciado sin esfuerzo de la culpa. Pero ¿de verdad Rosie creía que era tan fácil de engañar?
Brenna ladeó ligeramente la cabeza. —¿Ah, sí? Qué interesante. Porque, si no recuerdo mal, tu secretaria me acaba de enviar un mensaje diciendo que se encargaría de la cuenta. Y justo…
Después de eso, apareció la camarera y me causó problemas. Y entonces, ¿qué crees? Llegaste justo después. Apenas cinco minutos más tarde. Dime, Rosie… ¿A qué distancia está tu empresa de aquí? No está a la vuelta de la esquina, ¿verdad? ¿Cómo has podido llegar tan rápido desde la empresa?».
Ethan levantó ligeramente una ceja. Un destello de admiración brilló en sus ojos antes de volver la mirada hacia Rosie. Dijo con voz tranquila: —Que yo sepa, la familia Harper no tiene ninguna empresa cerca. Rosie, estás mintiendo.
El corazón de Rosie latía con fuerza. ¿Ethan se estaba poniendo del lado de un desconocido? Sabía que si no recuperaba su confianza ahora, sería casi imposible hacerlo más tarde.
Exhaló bruscamente y dijo rápidamente: —¡Ya venía hacia aquí! Les prometí a mis padres y a mis hermanos que recogería a Brenna, ¡no podía dejarla esperando! Es solo un malentendido. Brenna, déjame pagar la cuenta. Hablaremos en casa. Mira a tu alrededor, hay mucha gente mirando. No avergoncemos a nuestra familia de esta manera. Es tu primer día de vuelta. No querrás causar una mala impresión a mamá y papá, ¿verdad?».
Rosie pensó que Brenna, a quien apenas reconocían en la casa de los Barrett, no se atrevería a ofender a la familia Harper, no cuando no tenía ningún otro sitio adonde ir.
Estudió la expresión de Brenna, segura de que Brenna captaría la indirecta.
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