La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1051
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Capítulo 1051:
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Arrastró la maleta por la puerta, la cerró tras de sí y entró en el salón, dirigiéndose hacia el dormitorio. Rosanna, piloto de combate, rara vez estaba en casa, salvo en vacaciones, por lo que la casa parecía un poco vacía.
Pero mientras caminaba, se sorprendió al ver a alguien sentado en el sofá de cuero del salón. Al mirar más de cerca, se dio cuenta de que era Elsa, y su corazón se hundió con un mal presentimiento.
No era un apartamento cualquiera. Ethan se lo había regalado como regalo de boda, un secreto que Kenny pensaba mantener hasta que Rosanna estuviera embarazada. Elsa no debía saber ni siquiera que existía.
No esperaba que ella se enterara antes de tiempo.
—Mamá, ¿cómo has entrado aquí? —Kenny se dio cuenta de que ya no tenía sentido seguir fingiendo. Elsa debía de haber descubierto la verdad sobre su matrimonio con Rosanna. Una avalancha de pensamientos inundó la mente de Kenny mientras se apresuraba a pensar cómo manejar la situación.
La puerta tenía una cerradura que se podía abrir con una llave o una contraseña, pero Elsa no tenía ninguna de las dos cosas. Kenny sospechaba que Ethan le había dicho la contraseña a Elsa.
«¿Cómo he entrado? Siempre has usado la misma contraseña. No ha sido difícil de adivinar», exclamó Elsa enfadada. «Dime, ¿ya no significo nada para ti? Te he dicho una y otra vez que no puedes casarte con Rosanna.
¿Por qué no me escuchaste? ¡Me estás enfureciendo!».
Con un profundo suspiro, Kenny dejó la maleta en el suelo y se dejó caer en el sofá junto a ella. —Ya soy adulto, mamá. Mis decisiones no te incumben. ¿Qué te molesta tanto de mi matrimonio con Rosanna? ¿Por qué es un problema tan grande para ti?
Elsa soltó un bufido desdeñoso. —Rosanna nunca ha sido de las que siguen las reglas, y es imprudente.
Kenny entendía bien a Elsa. —¿Es porque Rosanna no sigue tus órdenes? Te guste o no, estamos casados. No hay nada que puedas hacer para cambiar eso ahora.
Una sombra de decepción cruzó el rostro de Elsa. —Te niegas a ver lo que es mejor para ti. Solo intento protegerte. Ella es autoritaria, siempre quiere salirse con la suya. Eso no es lo que necesitas. Este matrimonio no durará. Mírala. Sigue ahí fuera haciendo ese trabajo peligroso como si fuera soltera y no tuviera nada que perder. Ni siquiera actúa como una esposa. Tú trabajas muchas horas y a menudo estás agotado. Necesitas a alguien e , alguien que te cuide. Escúchame, Kenny, divorciate de ella y encuentra a alguien que te cuide como es debido».
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Elsa miró a Kenny, con el ceño fruncido por la confusión. «Siempre has sido de los que escuchan. Hasta hace poco, podía contar con que te comportarías bien. ¿Por qué de repente te comportas de forma tan desafiante?».
Kenny no respondió, con los dientes apretados. Estaba cansado de escuchar la misma acusación cada vez que se veían.
Elsa siempre se había opuesto a su relación con Rosanna, por lo que Kenny había empezado a mantener las distancias con ella. A veces, incluso enviaba a gente para que lo siguiera cuando salía de la base militar. Pero después de años en el ejército, estaba muy alerta y no le costaba nada despistar a cualquiera que intentara seguirlo.
Otro suspiro salió de Elsa cuando el silencio llenó el espacio. «¿Por qué no dices nada?», dijo, pellizcándole el brazo con fuerza, sin ocultar su frustración.
En ese momento, un tono de llamada rompió la tensión. Elsa miró su teléfono y, al reconocer el nombre de su hermano, respondió la llamada con un suspiro de resignación.
—Mamá se ha caído accidentalmente. Se ha roto la pelvis —dijo Ronald Navarro con voz angustiada—. Está en el hospital. Por favor, ven rápido. Elsa no mostró ninguna vacilación y se puso en pie de un salto. —¿Cómo ha podido pasar? ¿Cómo se ha caído así?
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