La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1406
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Capítulo 1406:
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Jeanette, visiblemente conmovida por las palabras de Elma, se limitó a asentir.
Una escalofriante sospecha se apoderó de la mente de Caitlin: alguien estaba saboteando deliberadamente su búsqueda de empleo.
Día tras día, enviaba currículos y acudía a entrevistas, pero se topaba con un muro de rechazos.
Sobre el papel, sus cualificaciones eran innegables. Antes del desafortunado incidente que supuso la muerte de sus padres, había recibido una educación excelente.
Aunque su alma mater no fuera una prestigiosa institución de la Ivy League, tenía un máster y había acumulado una valiosa experiencia trabajando para numerosas empresas internacionales. De no haber sido por la repentina y devastadora crisis familiar, nunca habría dimitido de su anterior puesto.
El sentido común dictaba que alguien con sus cualificaciones debería poder conseguir al menos algún tipo de empleo, aunque no fuera un puesto bien remunerado en una oficina.
Pero en cada entrevista aparecía un patrón inquietante. Los entrevistadores apenas echaban un vistazo a su currículum y se fijaban únicamente en su nombre y sus datos personales. Antes incluso de profundizar en sus conocimientos y experiencia, sacudían la cabeza. La frase habitual era siempre la misma. «Lo siento, pero este puesto no es adecuado para usted. Quizá tengamos algo adecuado en el futuro».
Caitlin se quedó muda, totalmente desconcertada. «Pero… pero ni siquiera me has preguntado por mis habilidades o experiencia. ¿Cómo puedes rechazarme sin saber siquiera de lo que soy capaz?».
Algunos entrevistadores mantenían un barniz de cortesía y la acompañaban amablemente a la salida. Otros, menos corteses, pedían a los guardias que la escoltaran fuera del local.
Después de soportar esta humillante farsa durante varios días, Caitlin cayó en la escalofriante cuenta. No era mera mala suerte. Estaba siendo atacada deliberadamente.
Después de un largo paseo sin rumbo por las calles de la ciudad, con una sensación de desesperación que la carcomía, Caitlin se detuvo frente a un pequeño restaurante. Vacilante, empujó la puerta y decidió solicitar un puesto de camarera.
El dueño del restaurante, que al principio mostró un destello de interés al echar un vistazo a su currículum y su expresión se iluminó, cambió de repente. Sus ojos se posaron en su nombre y su rostro se nubló de arrepentimiento. Sacudió la cabeza en señal de rechazo. «Lo siento mucho, pero usted no es la persona adecuada para este puesto», dijo con voz tensa.
El corazón de Caitlin cayó en picado. Había tenido tantas esperanzas de conseguir el trabajo de camarera.
Decidida a no rendirse, Caitlin dijo: «No pasa nada. No me preocupa el sueldo. Estoy dispuesta a fregar platos o barrer el suelo».
El dueño volvió a sacudir la cabeza, con expresión de disculpa. «Señorita, no es personal, pero simplemente no puedo contratarla».
Se inclinó más hacia Caitlin, mirando a su alrededor con cautela antes de bajar la voz. «Para serte franco, si te contratara, podría verme obligado a cerrar todo el negocio. Por favor, intenta comprenderlo».
El destello de esperanza en los ojos de Caitlin se apagó, dejándolos apagados y sin vida. Sus dedos se aferraron al borde del vestido y la tela se amontonó en su puño.
Tras un largo y pesado silencio, Caitlin preguntó con voz temblorosa: «¿Alguien te dijo que no me contrataras? ¿Alguien poderoso? ¿Alguien con quien no puedas cruzarte? No, no sólo a ti, sino a todo el mundo en Burmoos, ¿verdad?». Incluso los trabajos más básicos -camarera, limpieza- estaban fuera de su alcance. Quienquiera que estuviera detrás de esto tenía mucha influencia y bolsillos profundos.
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