La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1395
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Capítulo 1395:
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Ese pensamiento hizo que una sonrisa amarga se dibujara en los labios de Caitlin. Deseaba desesperadamente escapar de esa vida, una vida en la que la trataban como basura, a merced de hombres crueles y poderosos.
Caitlin se subió al lujoso Maybach de Clayton y se hundió en los mullidos asientos de cuero. El interior del coche estaba impregnado de un aroma relajante que poco a poco fue relajando sus tensos músculos. Agotada y abrumada, sintió que los párpados se le cerraban.
Pero el sonido de la puerta del coche al abrirse la despertó de golpe. Se enderezó y fijó la mirada en Clayton con recelo.
Clayton se rió entre dientes ante su expresión cautelosa.
—¿No crees que es un poco tarde para ponerse cautelosa? —preguntó con un tono de diversión en la voz.
—Ya no les debes dinero, pero ahora estás en deuda conmigo. ¿Entiendes lo que eso implica?
Caitlin se mordió el labio, un gesto nervioso, y asintió lentamente. Se dio cuenta de la realidad de su situación. Clayton había comprado su libertad a esos criminales.
Tras una breve vacilación, se atrevió a preguntar, con un hilo de voz.
—¿Cuánto… cuánto les pagaste por mí?
Clayton fingió reflexionar, como si estuviera haciendo un cálculo complejo, y luego levantó tres dedos.
Caitlin se quedó sin aliento.
—¿Treinta mil dólares?
Clayton soltó una risa áspera.
—¿Treinta mil? ¿Crees que arriesgarían el cuello por unos míseros treinta mil? Su precio inicial era de tres millones de dólares.
Caitlin abrió los ojos con incredulidad. Una risa amarga escapó de sus labios.
—Nunca pensé que valdría tanto —murmuró, sin perder la ironía. Tres millones de dólares. Ese era su precio. Y, sin embargo, el préstamo que debía era de solo quinientos mil.
La cifra resonaba en su mente: tres millones. Era como un peso insuperable que la asfixiaba y aplastaba su espíritu.
—Entonces, ¿qué vas a hacer conmigo ahora? —preguntó Caitlin finalmente, esforzándose por mantener la voz firme.
El corazón de Caitlin dio un vuelco. Si Clayton resultaba ser un pervertido, estaría cambiando una situación peligrosa por otra.
Clayton se inclinó bruscamente hacia ella, invadiendo su espacio personal.
El cuerpo de Caitlin se tensó y sus ojos se abrieron de par en par por el miedo y la aprensión.
Pero, para su sorpresa, Clayton no hizo ningún otro avance. En cambio, se inclinó, abrió la puerta a su lado, se acomodó en su asiento y cerró los ojos como si se preparara para echar una siesta.
—Eres libre de irte. En cuanto al dinero, no tengo prisa por cobrarlo, pero confío en que tienes buena memoria —dijo.
El significado de Clayton era claro. No exigía el pago inmediato, pero eso no significaba que la deuda estuviera perdonada. Se esperaba que Caitlin recordara esta deuda y el favor que él le había hecho. Si alguna vez la llamaba, ella estaría obligada a encontrar la manera de pagarle.
El peso de la deuda seguía agobiando a Caitlin, pero era una gran mejora en comparación con el terror que acababa de sufrir.
Sin dudarlo un instante, Caitlin salió cojeando del coche, ansiosa por escapar de su presencia.
En ese momento, comenzó a caer una lluvia ligera, y las gotas frescas fueron un alivio para su piel. Se quedó allí, bajo la lluvia, con aire desafiante, sus ojos brillantes y claros reflejando un espíritu indomable.
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