La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1368
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Capítulo 1368:
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Kallie se rió y pellizcó cariñosamente la mejilla de Elma.
«Está bien», dijo.
«Ve a llamar a Caitlin».
Elma saltó, con los ojos brillantes de emoción, y salió corriendo a buscar a Caitlin.
Mientras tanto, Caitlin estaba ocupada haciendo las maletas cuando se oyó un golpe en la puerta. Se detuvo, con una expresión de fastidio en el rostro, pero no hizo ademán de abrir. Siguió haciendo las maletas, con la decisión tomada. Al día siguiente, después de la fiesta de cumpleaños de Elma, se marcharía. No quería quedarse con el dinero de Kallie, así que lo dejó sobre la mesa.
Los golpes cesaron por un momento y luego comenzaron de nuevo, esta vez más insistentes.
Caitlin, con los dientes apretados por la frustración, finalmente se dirigió a la puerta.
—¿Qué quieres? —espetó con voz gélida.
—¡Caitlin, soy yo! —La alegre voz de Elma se escuchó a través de la puerta.
Caitlin frunció aún más el ceño, pero suavizó ligeramente el tono.
—¿Elma? ¿Qué te trae por aquí? ¿Te envía tu madre con un recado?
Elma se detuvo, con un brillo travieso en los ojos, decidida a seguirle el juego.
—Sí. Mi madre dice que quiere verte.
Elma apenas podía contener la risa, imaginándose la cara de Caitlin cuando descubriera el verdadero motivo de su visita.
Caitlin seguía sin tener ni idea del verdadero motivo de la visita de Elma. Al oír que Kallie quería verla, se mordió el labio y soltó una risa amarga y sin gracia. Una ola de resentimiento la invadió. Pero ¿qué otra opción tenía? Vivía bajo el techo de Kallie y estaba a su merced. ¿Qué podía hacer si querían que se fuera?
Cuando Caitlin permaneció en silencio, la alegría de Elma se convirtió en preocupación.
—Caitlin, ¿por qué no respondes? —preguntó ansiosa.
—¿Te encuentras mal? ¡No te preocupes! Si necesitas un médico, mi madre y yo podemos llevarte al hospital.
Caitlin, preocupada por su propio torbellino emocional, no quería interactuar con Elma. Respiró hondo y se obligó a reprimir su irritación.
«Estoy bien, solo cansada. Necesito descansar. Dile a tu madre que la veré en otra ocasión».
Con eso, Caitlin se quedó en silencio, esperando que Elma captara la indirecta.
Elma frunció el ceño mientras miraba la puerta cerrada. ¿Se lo había imaginado o Caitlin parecía inusualmente apagada? Pero no se atrevió a indagar. Con un suspiro de pesar, Elma se dio la vuelta y se marchó.
Cuando los pasos de Elma se alejaron, Caitlin perdió la compostura. Consumida por la frustración, agarró una taza de la mesa y la lanzó contra la pared, rompiendo la porcelana en mil pedazos.
La destrucción de la taza solo amplificó la angustia de Caitlin. Se derrumbó sobre la mesa, con lágrimas corriendo por su rostro. Una ola de autocompasión la invadió, mezclada con un amargo arrepentimiento por haber venido a casa de Kallie. Sin embargo, la cruda realidad era que no tenía ningún otro lugar al que acudir.
Aunque desconcertada por el relato de Elma, Kallie le ofreció una explicación reconfortante.
«Todo el mundo tiene días malos. Es perfectamente normal. Probablemente Caitlin solo esté cansada y necesite descansar. No te preocupes demasiado».
Elma asintió, pero su preocupación persistía.
«Pero parecía muy alterada. ¿No deberíamos ir a ver cómo está?».
Kallie se detuvo pensativa.
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