La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1339
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Capítulo 1339:
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Gracelyn acarició con suavidad la mejilla hundida de Damian, casi con ternura.
«Últimamente no he tenido mucho tiempo para ti», murmuró con voz cargada de fingido pesar.
«La casa ha estado muy animada con los invitados. Pero ahora solo estamos nosotros. Desde que murió nuestro nieto, y luego nuestro hijo y nuestra nuera, solo quedamos nosotros. Solo quería recuperar a nuestro nieto. ¿Es eso tan malo?».
Suspiró y negó con la cabeza, como si estuviera herida.
«Y, sin embargo, en lugar de apoyarme, hablaste de marcharte, con la intención de abandonarme». Una lenta sonrisa se dibujó en sus labios, engañosamente gentil.
—No tuve otra opción, Damian. Me obligaste a hacerlo. Era la única manera de mantenerte a mi lado.
Los ojos de Damian se abrieron con horror silencioso, pero su cuerpo lo traicionó: completamente inmóvil, paralizado, prisionero de su propia carne. El único sonido que escapó fue un débil y entrecortado gemido de desesperación.
Gracelyn, sin embargo, parecía totalmente imperturbable. Más bien, parecía complacida.
—Sabía que aún te importaba —susurró, apartándole el cabello canoso.
—¿Cómo podrías guardarme rencor para siempre? Entonces, como si la idea acabara de ocurrírsele, se enderezó con un murmullo pensativo.
—Pero supongamos que mantenerte así indefinidamente no es lo correcto. Una vez que hayas entrado en razón, haré que el doctor Watson te cure.
Gracelyn se volvió y clavó su aguda mirada en Calvert. Pero algo en él llamó su atención. Calvert estaba paralizado, con una postura rígida y el rostro inquietantemente inexpresivo, pero sus ojos estaban llenos de miedo.
La expresión de Gracelyn se ensombreció y su calidez se evaporó.
—Calvert, he depositado mi confianza en ti y en Florrie. He sido generosa, ¿no? Pero eso no significa que puedas relajarte.
Al oír la reprimenda de Gracelyn, Calvert volvió a la realidad. Un fuerte escalofrío lo recorrió y, antes de que pudiera detenerse, casi se derrumba a sus pies. Su voz temblaba mientras se apresuraba a suplicar.
—P-por favor, señora… No se enfade. No he dormido bien. Mi mente… No pensaba con claridad en este momento.
Los agudos ojos de Gracelyn se clavaron en Calvert. Un pensamiento cruzó por su mente y, con un sutil movimiento de la mano, le hizo señas para que se acercara. Calvert dudó solo un momento antes de seguirla al exterior.
Bajando la voz, Gracelyn le preguntó: —¿Florrie y tú estáis peleados?
Calvert exhaló lentamente, eludiendo la pregunta.
—Señora White, todas las parejas discuten de vez en cuando. Por favor, no se enfade, no era mi intención faltarle al respeto.
Una sonrisa fría y cómplice se dibujó en los labios de Gracelyn.
—Llevas suficiente tiempo conmigo como para saber cómo soy. Si sigues comportándote de forma distraída conmigo, dime, ¿por qué debería seguir teniéndote aquí?
El pánico se apoderó del rostro de Calvert.
—Sra. White, le juro que no volverá a pasar. Solo esta vez, por favor, déjelo pasar.
La expresión de Gracelyn se volvió gélida y su mirada lo despojó de toda dignidad.
—¿Y por qué debería hacerlo? Si lo dejo pasar, pensarás que no importa. Seguirás poniendo a prueba tus límites, creyendo que puedes salirse con la tuya. —Su voz se agudizó—.
—No tolero la incompetencia. Si no puedes desempeñar tu función, vete.
Calvert sintió un nudo en la garganta. La desesperación se apoderó de él, pero la firme determinación de Gracelyn dejaba claro que no estaba mintiendo. Sin otra opción, se tragó su orgullo y finalmente decidió contar la verdad.