La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1302
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Capítulo 1302:
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Justo cuando la paciencia de Calvert estaba a punto de agotarse, Kallie abrió la puerta de mala gana.
Sentada en su silla de ruedas, Kallie miró a Calvert con expresión de silenciosa queja. No necesitaba decir nada. El mero hecho de verla así despertaba la compasión de Calvert.
Calvert se esforzó por estirar su rostro arrugado en lo que imaginaba que era una sonrisa cariñosa y amable, pero en lugar de eso, le salió lasciva e inquietante.
«Kallie, ¿qué pasa? Cariño, no te pongas así. Verte disgustada me duele».
Tragando saliva, Kallie exhaló suavemente.
«Para evitar sospechas, es mejor que no me visites».
Miró a los criados que estaban cerca, vacilante.
Los ojos de Calvert parpadearon con comprensión y una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro.
«Entonces hablemos en privado. Sólo quiero ver cómo estás, eso es todo. Sin otras intenciones». Sólo entonces Kallie dejó entrar a Calvert.
En cuanto Calvert cerró la puerta, sus manos se acercaron a ella. Kallie las apartó de un manotazo, con voz cortante.
«¿Qué crees que estás haciendo?»
La expresión de Calvert se ensombreció de frustración ante su rechazo. Kallie, ¿no sientes lo mismo por mí? Sólo quiero estar cerca de ti. ¿O tu amor por mí era todo una mentira?».
Kallie respiró con calma, forzando una sonrisa resignada.
«Si no te amara, ¿por qué te daría el código de acceso de mi casa? ¿Por qué te pediría que le dijeras a mi amante que se mantuviera alejado de mí?»
Calvert lo meditó y admitió a regañadientes que ella tenía razón. Aun así, un destello de insatisfacción permaneció en sus ojos mientras la miraba con un deje de queja.
«Si eso es cierto, ¿por qué siempre te niegas a intimar conmigo? Cuando dos personas se aman, la intimidad es natural».
Kallie contuvo las náuseas que se le agolpaban en la garganta ante la impaciencia de Calvert, pero mantuvo la compostura, con voz suave, mientras intentaba tranquilizarlo.
«Calvert, no lo entiendes. He estado manteniendo las distancias por el bien de los dos. Antes, era porque Florrie te vigilaba de cerca. Ahora, es para evitar sospechas.
La gente ya está cuestionando la legitimidad de la consejera espiritual, diciendo que la contrataste sólo para mí. Florrie se aferrará a eso. Imagina si se lo dice a Gracelyn. Sabes lo mucho que Gracelyn se preocupa por los asuntos de su nieto. Si Gracelyn piensa que la hemos estado engañando, estamos acabados».
Un visible escalofrío recorrió a Calvert. Se dio cuenta de la gravedad de la situación. Su prioridad ahora era apaciguar a Florrie. Pero pensar en cómo había arruinado sus planes le ponía furioso. En busca de consuelo, había acudido a Kallie.
Yo llevo poco tiempo aquí, pero Florrie lleva décadas en esta casa. La gente confía en ella. Si damos un paso en falso…»
Dejó la frase sin terminar y su mirada se posó en Calvert con fingida vulnerabilidad.
«No es que no quiera estar contigo. Pienso en ti. Pero en vez de apreciar eso, dudas de mí. Me parece bien. Piensa lo que quieras».
Al notar la tormenta que se avecinaba en los ojos de Kallie, Calvert se asustó. Forzando una sonrisa pícara, pasó rápidamente a engatusarla.
«Kallie, tienes razón. Todo es culpa mía. No te enfades. No pensaba con claridad. Pero ahora que me lo has recordado, todo tiene sentido».
Luego, con una inclinación de cabeza tranquilizadora, dijo seriamente: «No te preocupes. Tengo un plan. No dejaré que las cosas se descontrolen».
Kallie le miró con recelo.
«¿En serio?»
«Por supuesto». Calvert se golpeó el pecho en señal de seguridad.
«Sólo espera. Yo me encargo».
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