La exesposa muda del multimillonario - Capítulo 1282
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Capítulo 1282:
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Sólo quedaban dos escenarios. O bien Calvert había encarcelado a Kallie, o bien alguien la había capturado, induciendo a Kallie a engañar a Calvert para que dijera esas palabras a Clayton como señal de ayuda.
El humor de Clayton cambió bruscamente, una chispa de excitación se encendió en su interior. Un brillo esperanzador apareció en sus ojos mientras murmuraba para sí: «Kallie, ¿por qué has venido a pedirme ayuda de una forma tan sutil? ¿Podría ser…? ¿Sientes algo por mí? ¿Me has perdonado?».
La idea arraigó en la mente de Clayton, haciéndose más y más creíble a cada momento que pasaba. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Tenía que ser así. Kallie podría haber pedido a aquel hombre que transmitiera aquellas palabras a uno de los hombres de Jake. Sin embargo, entre todos aquellos a los que podría haber recurrido, lo eligió a él. Era una señal evidente de sus sentimientos hacia él.
Esta deducción delirante levantó el ánimo de Clayton. Subió al coche, arrancó el motor y se dispuso a marcharse. Antes de arrancar, miró su reflejo en el espejo retrovisor, con la voz llena de determinación.
«Kallie, no te preocupes. Voy por ti. Solo espera.»
Mientras tanto, Kallie se despierta de golpe de un sueño perturbador. Había estado atrapada en una pesadilla.
En su sueño, Jake había venido solo a rescatarla. Sin embargo, debido a su movilidad limitada, fueron descubiertos por los guardias de la familia White, que atentaron contra la vida de Jake.
En su horrible sueño, Kallie había observado, impotente, cómo Gracelyn, con un brillo cruel en los ojos, empujaba a Jake desde un alto edificio y siseaba: «Jake, mi nieto no pudo soportar el golpe y saltó. Ahora te toca a ti sentir lo mismo».
Kallie contempló horrorizada cómo Jake caía en picado, con los gritos de su nombre resonando en sus oídos, antes de despertar de la pesadilla con un grito ahogado.
Tenía la espalda empapada en sudor y le costaba recuperar el aliento. Quería salir de la cama y beber agua. Ya podía dar algunos pasos por sí misma, un secreto que guardaba cuidadosamente.
Justo cuando Kallie estaba a punto de echarse las sábanas, se detuvo, repentinamente inmóvil. En la oscuridad, sintió que alguien la observaba. No se había dado cuenta antes, todavía aturdida por el sueño.
Kallie apretó sutilmente la manta, tratando de aparentar calma, y soltó un par de toses. Luego, llamó a los sirvientes que debían estar frente a su puerta: «¿Hay alguien ahí? Necesito agua».
Los criados supusieron que Kallie seguía afectada por la droga, con los miembros entumecidos, lo que les hizo pensar que no era necesario montar guardia en su habitación. Optaron por dormir en el sofá de fuera, por si necesitaba algo durante la noche.
Antes de que entrara ninguno de los criados, Kallie oyó una voz familiar.
«No te molestes. Estoy aquí para ti».
Las luces se encendieron y Kallie vio a Gracelyn de pie junto a su cama. Aunque Kallie se había preparado mentalmente, ver el rostro arrugado de Gracelyn a la luz seguía inquietándola.
Kallie representó su sorpresa de forma convincente, con un atisbo de miedo en los ojos, pero sin inquietud real. Era normal que cualquiera se sobresaltara al encontrar a alguien de pie, en silencio, junto a su cama en mitad de la noche. La voz de Kallie tembló ligeramente al preguntar: «Gracelyn, ¿qué haces aquí?».
El rostro de Gracelyn, antes ensombrecido, se iluminó con una sonrisa al oír la voz de Kallie.
«He oído que has tenido pesadillas y que te cuesta dormir, así que he venido a ver cómo estabas. ¿Otro mal sueño esta noche, supongo?»
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