La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 6
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Capítulo 6:
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—¡Basta! —gritó Liam, mirando a Averie con expresión sombría.
Los invitados se estaban reuniendo a su alrededor y, si la situación empeoraba, las cosas solo empeorarían. Liam llevó a Averie de vuelta al salón de banquetes, tratando de salvar su dignidad. Mientras tanto, Adelina observaba a Harlee alejarse sin inmutarse, con el corazón hirviendo de ira.
Rechinando los dientes, Adelina hizo una llamada, dio instrucciones rápidamente y siguió a Harlee a distancia.
Harlee caminó hacia un helipuerto temporal. Allí, debajo de una lona impermeable plateada, había algo aparcado. Lo alcanzó y lo retiró, revelando su helicóptero modificado a medida. El helicóptero no era muy grande, pero destacaba por su atrevido tono carmesí, decorado con intrincados lirios araña blanco plateado pintados en todo su cuerpo. Era llamativo y una verdadera obra de arte, con elementos a prueba de balas.
El helicóptero estaba completamente equipado.
Cada pieza era de primera categoría y estaba hecha con componentes personalizados de la más alta calidad.
Harlee metió la maleta en el compartimento de almacenamiento, se puso el casco y se acomodó en el asiento del piloto. El helicóptero empezó a despegar del suelo.
Cuando Harlee miró hacia abajo, vio a Adelina escondida en las sombras, observándola.
Adelina estaba atónita. Se frotó los ojos incrédula, luchando por aceptar lo que estaba viendo.
¿Harlee tenía un helicóptero? Y lo que era aún más asombroso, ¿sabía pilotarlo? ¡Esto no podía estar pasando! Adelina no daba crédito. Se negaba a creer lo que estaba presenciando. Ese helicóptero tenía que ser robado. ¡Era imposible que Harlee, esa vaga y buena para nada, tuviera las habilidades o los recursos para poseer algo así!
Impulsada por los celos, Adelina gritó a sus hombres a sueldo que detuvieran a Harlee.
Siguiendo las órdenes de Adelina, sus guardaespaldas lanzaron sus porras eléctricas contra el helicóptero de Harlee, intentando romper el parabrisas.
Harlee entrecerró los ojos, con una expresión gélida. Sin pensárselo dos veces, inclinó el helicóptero hacia abajo, volando justo por encima de las cabezas de Adelina y sus hombres.
«¡Ah!», gritó Adelina cuando la poderosa ráfaga de las palas del rotor del helicóptero le enredó el pelo.
Un gran mechón se desprendió de su cuero cabelludo, dejando una calva manchada de sangre.
Ignorando los gritos de Adelina y el caos que había debajo de ella, Harlee se elevó hacia el cielo, dirigiendo su helicóptero hacia su compañía.
Harlee no llevaba mucho tiempo en el aire cuando vio otro helicóptero en su camino. Era mucho más grande que el suyo y estaba justo en su trayectoria de vuelo. Por lo general, la Administración de Aviación no permitiría que dos helicópteros se solaparan de esta manera a menos que hubiera una emergencia. Algo grave debió haber sucedido para que este helicóptero estuviera allí.
Harlee frunció ligeramente el ceño, apagó el motor y comenzó a descender lentamente hacia el suelo para hacer espacio.
Para su sorpresa, el otro helicóptero también aterrizó.
Un hombre alto, de casi 1,90 metros, con hombros anchos y cintura delgada, salió del otro helicóptero.
Su rostro, sorprendentemente hermoso, tenía una expresión seria.
Dirigiéndose a Harlee, se dirigió a ella educadamente: «Señorita, nuestro helicóptero tiene un fallo en el sistema y necesito llevar a mi abuelo al Hospital Central de inmediato.
¿Podría prestarme su helicóptero? Le pagaremos bien por su ayuda».
Harlee miró su helicóptero y vio al equipo médico y el equipo médico que había dentro. También vio al anciano inconsciente en una camilla, apenas capaz de respirar. Al darse cuenta de la urgencia de la situación, negó con la cabeza.
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