La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1789
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Capítulo 1789:
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Rhys seguía inmóvil, lo que llevó a Harlee a volver a sentar a Félix en su regazo con cuidado, pensando que quizá se lo había imaginado. Félix, pensando que el juego había vuelto a empezar, empezó a saltar de nuevo, con la carita iluminada por la alegría.
Justo cuando Harlee estaba a punto de levantar a Félix de nuevo, Rhys abrió los ojos. Se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos por la incredulidad.
«Tú… Estás despierto… Por fin estás despierto».
Las lágrimas de alivio y alegría brotaron de los ojos de Harlee, nublándole la vista hasta que el pequeño Felix se estiró para tocarle la cara.
Aunque Rhys estaba despierto, su cuerpo aún se estaba recuperando de haber estado inactivo durante tres meses, y muchas de sus funciones seguían siendo lentas. Tenía la garganta especialmente seca, lo que le impedía hablar, así que lo único que podía hacer era mirar a Harlee.
Al darse cuenta de que podría necesitar ayuda inmediata, Harlee pulsó rápidamente el botón de llamada junto a la cama, cogió a Félix en brazos y gritó: «Serena, ven aquí rápido. ¡Rhys está despierto! Además, ¿puedes llamar a mis padres y darles la buena noticia?».
Serena, que solía esperar en el patio del hospital después de dejar a Félix, recibió la llamada de Harlee y corrió hacia la sala de Rhys con el rostro iluminado por la alegría. Por el camino, llamó a Lonnie y a los demás para compartir la increíble noticia. El ambiente cambió, la tristeza se disipó y la esperanza volvió con el despertar de Rhys.
Después de que el equipo médico le hiciera un examen completo, la sonrisa de Serena se hizo aún más grande.
«Harlee, el estado del Sr. Green es muy prometedor. Con algo de rehabilitación, pronto volverá a ser el de siempre».
Harlee sintió un profundo alivio. La frase «no hay mal que por bien no venga» nunca le había parecido tan real. Había capeado el temporal y, por fin, el cielo empezaba a despejarse. Se le llenaron los ojos de lágrimas una vez más, pero esta vez eran de alegría incontenible.
Era un día para celebrar, no para llorar. Decidió volver a ser la Harlee que todos conocían, la que no dejaba que las lágrimas se le escaparan fácilmente. Hoy era un nuevo comienzo y estaba lista para afrontarlo con fuerza y una sonrisa.
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Rhys luchó por levantar la mano. Harlee se apresuró a cogerla, al darse cuenta de que parecía querer decir algo. Se inclinó hacia él.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con voz ligeramente temblorosa.
—C-lee… ¿Tu padre y Fel están bien? —Rhys pronunció cada palabra con dificultad, como si cada sílaba le costara un esfuerzo.
—Si no te sientes cómodo, no hables ahora. Descansa un poco y luego podemos charlar —intervino rápidamente Harlee, con voz llena de preocupación—. Mi padre y Fel están bien. Ahora solo tienes que concentrarte en recuperarte y entonces toda nuestra familia estará sana».
Decidió no revelar todavía el alcance total de los problemas de salud de Felix.
Gracias a los cuidados diligentes de Serena durante los últimos tres meses, Felix había progresado mucho y era casi tan activo como cualquier otro niño, a pesar de estar algo más débil.
Rhys asintió con la cabeza, esbozando una débil sonrisa, y extendió la mano para tocarle la cabeza.
«No llores. Yo cumplo mis promesas. Os protegeré a todos».
Abrumada, Harlee se echó a llorar en silencio, apoyada en Rhys.
Serena, intuyendo que necesitaban intimidad, sacó a Felix de la habitación en silencio, dejando a la pareja a solas. Rhys por fin había despertado. Era realmente maravilloso.
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