La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1772
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Capítulo 1772:
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Errol resopló:
—¡Deja a esa mujer!
—Señor Happer, esto… —Moshe miró de Errol a Nola, con expresión confundida.
Errol afirmó:
—¡Ella no es de la familia Happer!
Si no fuera por sus años de entrenamiento, Moshe habría quedado sin aliento ante tal revelación. Era increíble. La chica que Errol había traído años atrás era una impostora.
Moshe no se atrevió a volver a sacar el tema.
Volviéndose hacia Harlee, con el rostro aún mostrando incredulidad, Moshe preguntó:
«Harlee, ¿cómo es que eres tan extraordinariamente hábil? ¿Has dominado algún arte marcial antiguo?».
Harlee sonrió mientras se tomaba su tiempo para estudiar a los tres, cada uno con una expresión diferente.
—No es asunto tuyo —dijo.
Bajó la mirada, con una intención asesina que era escalofriante e inconfundible. Su sola presencia sometió a Nola, Moshe y Errol: ninguno se atrevió a mirarla a los ojos.
Errol estaba conmocionado. La información que tenía sobre Harlee no revelaba sus verdaderas capacidades. No sabía que Stefan, el informante, era leal a Harlee y solo le proporcionaba la información que ella decidía revelar.
Estaba claro que Harlee no tenía intención de que Errol tuviera un final pacífico. Probablemente seguiría desconcertado por su derrota, incluso después de muerto.
Harlee miró su teléfono y una sonrisa astuta y despreocupada se dibujó en su rostro.
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«Por fin has llegado», dijo con tono juguetón.
En ese momento, Errol sacó un detonador de su abrigo y gritó a Harlee:
«Harlee, he colocado un dispositivo de autoignición en el laboratorio. ¡Moriremos juntos!».
Al darse cuenta del verdadero poder de Harlee, Errol comprendió que había calculado mal. No podía soportar ver la expresión segura de sí misma de Harlee y estaba dispuesto a llevársela con él, aunque eso significara su propia muerte.
La mirada asesina de Errol se encendió con furia.
«¡Nadie va a salir de aquí! ¡Ja, ja, nadie!».
Su mente se había quebrado, abrumada por su plan fallido y la fuerza intimidante de Harlee.
Moshe se movió silenciosamente desde la puerta de hierro hacia Errol, con el cuerpo tenso. Había aceptado por completo que la muerte venía por él. Desde el día en que Errol lo salvó, había sentido que su vida ya no le pertenecía. Desde ese momento, nunca más había temido a la muerte.
Nola los miró como si estuvieran locos.
«Están todos locos. Si queréis morir, hacedlo sin mí. Yo no pienso morir…».
Intentó con sus últimas fuerzas abrir la verja de hierro.
Harlee observaba el caos como si fuera una representación teatral, con la barbilla levantada y el rostro convertido en una máscara de burla tranquila.
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