La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1423
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Capítulo 1423:
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Harlee abrió mucho los ojos. Así que de eso se trataba. Lucius iba tras su bebé. La había dejado quedarse en la habitación, dormir en la cama más suave y mimarla con las comidas más lujosas, todo para mantener sano al niño que llevaba dentro y asegurarse de que sobreviviera. Todo esto era solo para mantenerlo a salvo para sus retorcidos planes.
Lucius estaba jugando un juego peligroso. Había envenenado a Harlee, pero el veneno no afectaría al bebé. No, su cálculo era fríamente preciso: el antídoto era su única ventaja. Sin él, Harlee no duraría mucho, pero el niño estaría a salvo. Todo era parte de su cruel y retorcido plan.
Los ojos de Harlee se volvieron gélidos, su furia brotando una vez más. Rhys, con el rostro retorcido por la rabia, declaró con voz como una tormenta crepitante: «Lee, déjame manejar esto. ¿Cómo se atreve a ir tras nuestro hijo? ¡Está buscando problemas!».
Rhys juró que Lucius pagaría por esto. El precio sería alto. Harlee se quedó sentada, perdida en sus pensamientos, con el peso de todo ello cayendo sobre ella. No habló durante lo que pareció una eternidad.
«¿Lee?», llamó Rhys suavemente, con voz preocupada. Su mirada no se apartó de ella.
Harlee recordó todo lo que había sucedido desde que Lucius entró en su vida, y una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.
«Me ha engañado como a una tonta, ¿verdad? Su plan era mantenerme alejada de las familias Green y Sanderson, convirtiéndome en una marioneta para mostrar su retorcido amor por Nicola. Ahora, también quiere a mi bebé…».
¿Cómo puede alguien ser tan vil, tan repugnante? La idea le revolvió el estómago con repugnancia.
Se volvió hacia Rhys, que estaba furioso, pero se detuvo antes de volver a hablar.
—Tú ocúpate de él, Rhys, pero antes de que lo hagas, tengo un pequeño regalo para él.
Rhys arqueó una ceja, con curiosidad mezclada con preocupación.
—¿Un regalo? ¿Qué estás planeando?
Harlee no respondió directamente, sus ojos se endurecieron con un fuego frío.
—Se merece todo lo que le va a pasar.
Lucius no merecía respirar el mismo aire que los demás. Y cuando llegara su hora, no sería rápida ni misericordiosa.
Cuando terminó de hablar, las manos de Rhys se apretaron alrededor de las suyas, y su calor se filtró en sus huesos helados.
«Pase lo que pase, estoy aquí».
Rhys le enviaba fuerza constantemente. Temía por ella, temía que el peso de todo la ahogara.
—Lo sé —susurró Harlee, con la voz temblorosa. Le tomó la mano y se la puso sobre el corazón. Las lágrimas, contenidas durante mucho tiempo, se derramaron, recorriendo sus mejillas.
—Contigo a mi lado, ya no tengo miedo de nada.
Sabía exactamente qué le preocupaba a Rhys. Durante este tiempo, había seguido el consejo de Noel: luchar contra sus emociones, intentar no derrumbarse.
Hundiéndose en las profundidades de la desesperación, Harlee evitaba desesperadamente convertirse en una fuente de dolor para aquellos que se preocupaban por ella. Mientras Rhys le ofrecía fuerza, ella, a su vez, le proporcionaba una sensación de seguridad.
Suavemente, Rhys le secó las lágrimas de la cara, con un toque tierno y reconfortante.
Harlee sonrió, asegurándole que estaba bien. Se movió para levantarse de la cama, pero antes de que pudiera ponerse de pie, Rhys la detuvo suavemente.
«¿Adónde vas?».
«Necesito preparar el gran regalo final para Lucius», explicó Harlee con voz suave pero decidida.
La mirada de Rhys se endureció mientras la estudiaba, sus cejas fruncidas eran un testimonio silencioso de su preocupación. Sus ojos, profundos y penetrantes, reflejaban una tranquila tormenta de preocupación.
«No pasa nada. Estaré en el sofá».
Con una sonrisa, Harlee se dirigió al sofá y luego tomó su computadora portátil, con los dedos listos para comenzar a crear un video.
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