La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1228
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Capítulo 1228:
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Rhys… Mientras Harlee lo observaba alejarse, se le cortó la respiración. Apoyándose en las rocas, se obligó a ponerse de pie, siguiendo con la mirada cada uno de sus movimientos. ¿Había vuelto el viejo Rhys?
En el campo de batalla, Rhys se movía con la fuerza imparable de una tormenta. Con precisión, eliminaba a cada oponente a su paso mientras se dirigía hacia Matteo, cada paso deliberado y feroz, como un vengador.
Matteo, alcanzado repetidamente por los disparos de Rhys, retrocedió detrás de sus últimos guardias, con el corazón encogido mientras Rhys se acercaba.
Aunque era el mismo Rhys que había estado disparando momentos antes, algo en él parecía profundamente cambiado.
Su pánico se intensificaba, Matteo empujó apresuradamente a dos de sus guardias como barreras humanas.
Uno tras otro, los guardias de Matteo caían, sus cuerpos se acumulaban en la tierra manchada de carmesí.
Rhys no les dirigió ni una mirada. Su mirada fría y firme estaba fija en Matteo.
Cuando se le agotaron las municiones, Rhys le quitó un rifle a un enemigo caído. Cuando ese rifle se quedó sin municiones, cambió a su daga para conseguir otra arma. Este ciclo implacable persistió hasta que ya no quedó nadie con Matteo.
Al darse cuenta de la desolación que lo rodeaba, Matteo abrió los ojos con una frenética incredulidad. Todos sus hombres habían sido derrotados. Había tenido tantos. ¿Cómo habían podido Harlee y Rhys vencerlos a todos? No. No podía ser…
Rhys ahora se alzaba sobre Matteo, mirándolo con puro desprecio. El cuerpo de Matteo se puso rígido como si se hubiera convertido en piedra, seguido rápidamente por un dolor insoportable en la garganta.
Matteo apenas logró emitir un grito ahogado antes de que Rhys le torciera la mandíbula.
—No mereces hablar. Rhys sacó un cigarrillo del bolsillo de Matteo, lo encendió sin esfuerzo y sopló una nube de humo en la cara de Matteo.
Matteo se atragantó, sus esfuerzos por toser se vieron obstaculizados por su mandíbula dislocada.
«¿Pensando en matarme?», la voz de Rhys era fría, escalofriante hasta los huesos. Inclinándose cerca de la oreja de Matteo, murmuró: «Contempla eso en el infierno». Con una mirada feroz en sus ojos, Rhys golpeó la cabeza de Matteo hacia atrás y le presionó el cigarrillo encendido en la nariz.
Matteo dejó escapar un grito de agonía, con voz áspera y gutural, mientras se retorcía en el suelo como un loco. El brillo vengativo de sus ojos había desaparecido, sustituido por un terror puro e inquebrantable.
Matteo intentó gritar repetidamente: «Ah… ah…», pero no pudo formar palabras coherentes. Desde que Rhys le había dislocado la mandíbula, Matteo había perdido la capacidad de articular su dolor.
«Mi Rhys ha vuelto de verdad», murmuró Harlee desde la distancia, llena de emociones complejas mientras observaba. El hombre que había anhelado estaba finalmente aquí, encendiendo una poderosa oleada de sentimientos dentro de ella.
«¿Cómo te atreves a hacer daño a alguien que me importa? ¿Cuántas veces la apuñalaste?». La voz de Rhys era firme, casi distante, mientras cogía una daga. Sus delgados dedos agarraban el mango con fuerza. Sin esperar respuesta, hundió la hoja en el costado de Matteo. «¿Una vez? ¿Eh?».
«¡Ah!». Los gritos de Matteo eran agudos y desesperados.
Rhys observaba sin emoción, mirando a Matteo como si fuera un mero objeto. «¿O fueron dos veces?».
Rhys apuñaló de nuevo.
Matteo no pudo resistirse. Cada puñalada era precisa, evitando a propósito los órganos vitales para infligir un dolor severo pero no un final rápido.
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