La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1182
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1182:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ella observó a Rhys con atención, notando que estaba escuchando. Añadió: «A veces, cuando estoy ocupada, puedo olvidar algunos detalles. Necesitaré que me los recuerdes.
Pero si alguna vez me preguntas, te lo contaré todo. ¿De acuerdo?».
«Eh…». Rhys frunció el ceño, como si estuviera reflexionando sobre sus palabras.
Su expresión casi hizo reír de nuevo a Harlee. Si no fuera por su terquedad, Rhys, con su memoria perdida, parecía mucho más encantador que antes.
Después de una larga pausa, Rhys finalmente asintió.
«Está bien, confiaré en ti de nuevo, aunque sea de mala gana».
En ese momento, Rhys se dio cuenta de que, en la mente de Harlee, Jonathan no era más importante que él, ya que había olvidado presentárselo.
Una oleada de satisfacción lo llenó, y una sonrisa se deslizó en sus labios.
Harlee comentó: «He estado viajando durante los últimos dos días y estoy un poco cansada».
Rhys se hizo a un lado suavemente, dando unas palmaditas al colchón.
«Deberías dormir un poco».
Después de dos días de viaje continuo, Harlee estaba realmente agotada, pero aún así le explicó pacientemente todo a Rhys antes de cerrar los ojos para dormir. Se quedó dormida casi al instante. Rhys, frustrado, se preguntaba cómo podía dormir tan profundamente. Parecía que se había quedado dormida en un abrir y cerrar de ojos.
Harlee permaneció inmóvil, y Rhys se inclinó, observándola dormir.
Mientras Rhys la miraba fijamente, las imágenes de los vídeos que Goodwin había compartido se repetían en su mente, y los rostros de las personas de esos vídeos parecían transformarse en el suyo y…
en el de Harlee.
Su mirada se detuvo en sus labios y su garganta se tensó involuntariamente al tragar.
Sus labios parecían tan suaves y el impulso de besarla lo abrumó.
Antes de que pudiera detenerse, encontró sus labios en los de ella, como si una fuerza invisible lo obligara. La sensación fue eléctrica.
Se quedó inmóvil, con el corazón acelerado.
Harlee, profundamente dormida, pareció sentir algo. Frunció el ceño en sueños, disgustada. Sobresaltado, Rhys se apartó rápidamente, terminando en el suelo.
No se atrevió a volver a mirar sus labios, ni a permitir que las imágenes en su mente se repitieran. Solo un beso lo había dejado sudando y con la boca seca.
Temía que si continuaba, se sentiría agotado.
Con calor, Rhys se tiró del cuello de la camisa, murmurando para sí: «Harlee, como lo has explicado todo tan claramente, esta vez te perdonaré de mala gana. Consideremos ese beso como una ofrenda de paz.
Pero si hay una próxima vez, espero más».
Mientras pronunciaba esas últimas palabras, sus ojos ardían con un deseo que no había percibido.
Rhys pasó la noche sentado en el suelo, sin permitirse dormir hasta que sintió que Harlee estaba a punto de despertarse.
Entonces fingió seguir dormido en la cama.
Harlee se frotó los ojos somnolienta, se estiró y, al ver a Rhys todavía «dormido», salió de puntillas de la habitación.
.
.
.