La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1143
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Capítulo 1143:
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Tiffany sonrió, pero su expresión tenía un toque mordaz.
—¿Seguro que no te preocupa que no pueda pagar la multa? Después de todo, conoces bastante bien mi salario.
Liliana apenas podía contener su furia ardiente.
¿Cómo podía ella, futura cabeza de la familia Juárez, destinada a unirse a una de las cuatro familias más influyentes, conformarse con una joya que había pasado de mano en mano como una baratija de segunda mano?
La expresión de Liliana se ensombreció, sus rasgos se torcieron en un ceño desagradable, aunque enmascaró hábilmente su furia. Con una risa gélida, dijo: «¿Por qué eres tan hostil? Solo te ofrecía un recordatorio amistoso.
No te arruines persiguiendo algo que está mucho más allá de tu alcance».
«Gracias por su preocupación, Sra. Juárez.
Pero resulta que adoro esta joya, así que aunque me cueste hasta el último centavo, valdrá la pena», dijo Tiffany mientras sus labios se curvaban en una sonrisa burlona.
«Ya que eres tan bondadosa, ¿por qué no te retiras de la puja por completo?».
La mirada de Liliana se entrecerró, su paciencia se agotaba. ¿De verdad Tiffany estaba intentando convencerla de que no lo hiciera? Waylon le había dado instrucciones explícitas: no había forma de que pudiera retirarse de la puja ahora. Hacerlo sería como firmar su propia sentencia de muerte.
Liliana miró a Tiffany con desprecio, sintiendo que esta no era más que una mera actriz.
¿Cómo podía ella, proveniente de un vasto imperio financiero, dejar que una simple actriz la manejara a su antojo? Si retrocedía ahora, el mundo no lo vería como un gesto noble. La gente simplemente se burlaría de ella, suponiendo que ni siquiera podía permitirse quinientos millones.
¿De verdad pensaba Tiffany que podía pisotearla y llevar la voz cantante? Podía seguir soñando.
«Si fuera cualquier otra cosa, podría haber estado dispuesta a ceder», dijo Liliana, con una sonrisa que se endurecía con un toque mortal.
«Pero mi madre siente un cariño especial por esta joya». Liliana hizo una pausa, saboreando la tensión en la sala antes de levantar elegantemente su paleta.
«Seiscientos millones».
La subasta se prolongó y Christopher se aburrió del proceso. Con un sutil asentimiento de Rhys, levantó bruscamente la mano y gritó: «Setecientos millones».
La sala cayó en un silencio inquietante.
Durante unos instantes, la multitud, que hasta entonces había estado en un estado caótico, se quedó completamente atónita.
Liliana, incapaz de mantener la compostura, se puso de pie de un salto y miró a Christopher con incredulidad, como si hubiera perdido la cabeza. No podía entender cómo un hombre adulto podía tirar setecientos millones por un artículo así. Para ella, no era más que una extravagancia temeraria. O tal vez…
Un pensamiento repentino cruzó por la mente de Liliana.
¿Podría haber sido Christopher un señuelo del maestro artesano de la joyería para subir el precio? Pero la idea le parecía absurda. Si el artesano tuviera esa riqueza, no necesitaría vender sus creaciones.
Confusa, Liliana empezó a cuestionarse las verdaderas intenciones de Christopher.
Mientras luchaba con sus pensamientos, su teléfono sonó con otro mensaje de Waylon: «Déjalo estar». ¿Dejarlo estar? La ira estalló en Liliana. No quería echarse atrás, ni tampoco enfrentarse al ridículo.
Pero las órdenes de Waylon…
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