La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1132
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Capítulo 1132:
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«Puede que sea un poco exagerado, pero a mí me funciona perfectamente», comentó Harlee con una sonrisa pícara. Se alejó del telescopio y se acercó a Rhys, apoyando la barbilla en la mano mientras observaba el juego desconocido en el que estaba absorto.
«¿Tú creaste esto?».
Rhys se puso rígido, su expresión delataba su sorpresa.
—¿Cómo lo has adivinado? Había estado desarrollando el juego en silencio durante días, asegurándose de que nadie más lo viera.
¿Cómo lo había descubierto tan rápido?
—Con unos gráficos tan horribles, solo tú podrías pensar que son encantadores —bromeó Harlee, fingiendo desdén.
La irritación se encendió en Rhys cuando dejó el teléfono con calma y precisión. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia ella, con la frustración a punto de estallar.
Al notar su acercamiento, Harlee se apartó el pelo del cuello en un gesto exagerado, como si lo desafiara a actuar.
Rhys se quedó inmóvil por un momento, sorprendido por su audacia. Sin otra opción, la agarró suavemente por el cuello y le lanzó una mirada oscura, transmitiéndole su enfado sin decir una palabra.
Sin embargo, Harlee estalló en carcajadas, y su expresión engreída dejó claro que lo había provocado con éxito.
La irritación de Rhys se hizo más profunda. En un movimiento rápido, la acercó y la inmovilizó debajo de él.
Su mirada se agudizó, advirtiéndole en silencio que dejara de hacer payasadas o sufriría las consecuencias.
Pero Harlee solo se rió más fuerte.
Antes de que Rhys pudiera perder completamente la compostura, ella de repente rodeó su cuello con sus brazos, pillándole de nuevo con la guardia baja.
El tiempo pareció detenerse en ese momento.
La postura de Rhys se volvió rígida, sus brazos se relajaron ligeramente.
Harlee cogió sus manos antes de que pudieran caer y las colocó suavemente alrededor de su cintura, su mirada se fijó en la de él con una intensidad penetrante.
Para él, la pérdida de memoria era secundaria.
Su supervivencia y su presencia eran lo que realmente importaba.
Con un fuerte estallido, la puerta se abrió de golpe, revelando a Christopher, vestido de negro, con dos tazas de té humeante en las manos.
Se detuvo bruscamente, contemplando la escena que tenía ante sí: Rhys en el sofá, a horcajadas sobre el regazo de Harlee, con las manos delicadamente colocadas en su cintura.
Harlee, medio levantada en su asiento, tenía los brazos alrededor del cuello de Rhys, con la mirada fija en los ojos del otro.
Abrumado, Christopher se estremeció visiblemente y derramó el té en el suelo. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Cómo podía Harlee relacionarse tan íntimamente con un hombre que tenía la capacidad mental de un niño? ¿No tenía ningún sentido del bien y del mal? ¿Ni una pizca de decencia o humanidad?
Christopher sintió una mezcla de rabia y vergüenza, deseando poder desaparecer y negar haber presenciado esta escena.
Harlee, al sentir la presencia de Christopher, soltó a Rhys y se reclinó con indiferencia en el sofá como si no hubiera ocurrido nada inusual.
Rhys permaneció inmóvil, continuando imitando la posición de sujetar a Harlee, incluso después de que ella se hubiera alejado, durante casi diez segundos. Cuando finalmente levantó la vista y vio el comportamiento tranquilo de Harlee, la vergüenza lo abrumó, sintiéndose como un repentino chaparrón de agua fría. ¡Ella se estaba burlando de él!
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