La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1108
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Capítulo 1108:
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Sin pensarlo, Christopher se apartó a un lado, con cuidado de no hacer el más mínimo ruido. Cuando estuvo seguro de que estaba fuera de la vista, se apoyó en la pared, conteniendo la respiración. Solo después de varios momentos la tensión en su pecho comenzó a disminuir. Rhys todavía tenía solo doce años, pero su imponente aura era innegable.
Desde que se despertó de su reciente desmayo, los recuerdos de Rhys se habían recuperado un poco, anclándolo a su yo de doce años. A diferencia de antes, retenía cada detalle de los acontecimientos recientes.
Según Tonya, Rhys permanecería en este estado infantil hasta que recuperara la memoria por completo.
Esta revelación hizo que Christopher actuara con aún más cuidado.
Después de todo, a los doce años Rhys estaba en su momento más retorcido.
Un sonido repentino, un golpe rítmico, interrumpió los pensamientos de Christopher.
Se dio la vuelta y vio a Rhys saltando a su lado, con una pierna rebotando de forma casi juguetona, dirigiéndose hacia la piscina del primer piso.
Christopher frunció el ceño. Tal y como Tonya había notado, el pie izquierdo de Rhys estaba repentinamente paralizado.
Cualquier contacto con el suelo lo dejaba empapado en sudor por el dolor aparente.
Sin embargo, allí estaba Rhys, saltando como si nada pasara. La contradicción inquietaba a Christopher. ¿Estaba fingiendo Rhys o había otra explicación para la agonía?
Junto a la piscina, Rhys estaba sentado, con la mirada fija en la superficie del agua.
Christopher permaneció inmóvil, lidiando con su confusión.
Aferrándose con fuerza al reposabrazos, Rhys parecía tenso. La reciente afluencia de recuerdos lo había dejado desconcertado.
¿Cómo podía la mente de un niño estar atrapada en el cuerpo de un hombre adulto? ¿Y por qué los acontecimientos de los últimos dos días se sentían tan vívidos y reales?
¿Qué podía causar recuerdos tan caóticos? Mientras estas preguntas giraban en la mente de Rhys, un grupo de guardias de patrulla vestidos de negro pasó a grandes zancadas.
Entre ellos se encontraba Harlee, la mujer que había consumido sus recuerdos de los últimos dos días. Ella daba instrucciones con autoridad y los guardias se inclinaban en silenciosa reverencia. Este era su dominio.
Todo se movía bajo su mando.
¿Cómo podría esperar volver a su tierra natal?
Al observar a Harlee, Rhys recordó los acontecimientos de ese mismo día. A ella no le gustaba que él tuviera recuerdos fragmentados. En su estado actual, débil y vulnerable, apenas podía desafiarla.
Pero juró no volver a dejarse manipular, no como cuando tenía diez años. Los labios de Rhys se tensaron, sus ojos se llenaron de determinación. Sin embargo, la expresión amable de Harlee se le metió en la mente sin que él lo quisiera.
Su rostro era impecable, sus rasgos delicados pero llamativos.
Ojos oscuros enmarcados por cejas elegantes, piel suave como la porcelana…
De repente, Rhys volvió a la realidad. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué pensaba en su belleza como si eso justificara su crueldad? En un momento como ese, ¿se estaba fijando en su apariencia? ¿Qué le pasaba? Su ceño se volvió más severo, como si pudiera congelar el tiempo.
Estaba irritado consigo mismo.
¿Cómo había permitido que la primera persona con la que se encontró al despertar perturbara sus pensamientos tan completamente?
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