La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1096
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Capítulo 1096:
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—Confío en ti.
Después de un rato, Harlee y Tonya entraron en el dormitorio de Rhys una al lado de la otra. Rhys yacía en la cama, encadenado e inmóvil.
Sus ojos inyectados en sangre estaban llenos de furia, como si quisiera destruir a Christopher, que montaba guardia junto a él.
A pesar de los moratones de las cadenas, Rhys seguía luchando por liberarse.
Esta versión de Rhys le resultaba extraña a Harlee.
Se parecía a una criatura salvaje que había visto una vez en la selva: sin emociones, impulsada únicamente por el instinto de supervivencia.
Las lágrimas empañaron la visión de Harlee, pero se armó de valor para mantener la compostura. Se arrodilló frente a Rhys y le tomó suavemente la mano derecha.
Al sentir su tacto, la agitación de Rhys disminuyó y él la miró fijamente con intensa concentración, como si tratara de recordar algo.
Harlee sonrió suavemente, con una mirada tierna. Entrelazó sus dedos con los de él, apoyó la barbilla en el dorso de su mano y lo miró con una sonrisa.
—No te preocupes. Estoy aquí.
Rhys empezó a calmarse, pero la confusión aún nublaba sus ojos.
La voz de Tonya rompió el silencio cuando acercó la jaula, lo que provocó que Rhys entrara en pánico una vez más.
Sus ojos brillaron con intención asesina.
Harlee se volvió hacia Christopher y Robbie.
—Ustedes dos, salgan.
Christopher y Robbie asintieron en silencio y salieron de la habitación en silencio.
Harlee apretó la mano derecha de Rhys y, con la otra mano, le acarició suavemente la mejilla.
—¿No te acuerdas? Tonya es mi mejor amiga. No te hará daño. Por favor, mantén la calma. Sé que has estado sufriendo, pero mejorará…
Harlee continuó calmándolo, acariciándole suavemente el dorso de la mano, como si estuviera calmando a un niño.
El frenesí de Rhys comenzó a disminuir una vez más.
Se humedeció los labios y, casi por reflejo, apretó con más fuerza su mano.
Cuando su mano se entrelazó con la de ella, las lágrimas se deslizaron por los ojos de Harlee y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Todavía no puedes soportar soltar mi mano. ¡Esa es una buena señal!
Rhys miró a Harlee con ojos desconocidos, desprovistos de emoción, pero sorprendentemente tranquilos. No quedaba ira.
Tonya tiró suavemente de la manga de Harlee, indicando que era hora de continuar.
Harlee asintió y se hizo a un lado, dejando espacio a Tonya.
—No te preocupes. Tonya está aquí para ayudarte con los místicos insectos dorados. —La mirada de Harlee se suavizó al mirar a los ojos de Rhys.
—Una vez que los insectos estén dentro, volverás a la normalidad.
Rhys se humedeció los labios, mirando entre Harlee y Tonya. La furia que lo había consumido antes se desvaneció, y sus ojos se suavizaron, enfocándose en su mano sobre la de Harlee.
Harlee se sorprendió. No había previsto que, incluso en este estado, sus manos tendrían tanta importancia para Rhys.
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