La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 1031
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1031:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Después de dar las órdenes, Harlee se acercó al lugar de la explosión con determinación.
Al verla dirigirse hacia el peligro, Ritchie gritó apresuradamente: «¡No lo hagas! ¡Podría haber otra bomba!».
Harlee hizo un gesto desdeñoso.
«Cálmate. Nadie puede infiltrarse en mi dominio y detonar dos explosivos sin que yo lo sepa. Descubriré la prueba y desenmascararé al topo».
Harlee apretó la mandíbula con determinación, aunque sus movimientos seguían siendo deliberados y firmes. El culpable tenía que pertenecer a una de dos facciones: o bien a su círculo íntimo o a los agentes encubiertos que habían regresado recientemente de infiltrarse en la base de Matteo. Sin embargo, no podía descartar del todo la posibilidad de que fuera uno de los empleados del hogar.
Harlee decidió desenmascarar al traidor de inmediato, no solo para salvaguardar sus vidas, sino también para preservar la confianza que unía al grupo. La desconfianza podría fracturar su unidad, y ese era un riesgo que ella se negaba a correr.
«¡Mantente alejada de ese lugar!». La voz de Rhys era un gruñido bajo por teléfono, cargado de advertencia.
A partir del breve intercambio de Harlee con Ritchie, Rhys reconstruyó rápidamente la identidad del culpable: Matteo.
Acorralado y peligroso, Matteo era una fuerza volátil, ansioso por arrastrar a otros con él.
Antes de que Rhys pudiera dar otra advertencia, la línea se cortó con un pitido mecánico.
¡Maldita sea! ¡Esta mujer! ¿No podría ser tan imprudente?
Rhys le dio órdenes a su equipo: «¡Pónganse el traje y vayan a la villa de Harlee! Cualquier retraso se tratará bajo la ley marcial».
Saltando al vehículo, Rhys le espetó al conductor: «Toma la ruta más rápida, sin tráfico, sin excusas. Pisa el acelerador».
—¡Sí, señor! —El conductor pisó el acelerador a fondo, lanzando el coche hacia delante a una velocidad peligrosa.
La inquietud de Rhys aumentó, el sudor frío le resbalaba por las sienes.
Intentó comunicarse con el agente encubierto que seguía a Harlee, pero la línea permaneció en silencio.
Mientras tanto, una serie de sicarios de todo el mundo se reunieron en el patio de la villa de Harlee, todos ellos centrados en ella.
En el centro de la tormenta, Harlee se mantuvo firme, con la mirada afilada como una cuchilla y extrañamente tranquila. Miró hacia un punto de vista lejano. Si sus instintos eran correctos, Matteo estaba viendo cómo se desarrollaba este espectáculo.
Actuó muy rápido. Ella había creído que Matteo se mantendría al margen después de que ella lo destronara, pero se había reagrupado en poco tiempo y ahora estaba sediento de sangre, decidido a acabar con ella.
Harlee se dio cuenta tardíamente de que había subestimado a Matteo, un error crítico cuando se trata de alguien de su talla en el mundo criminal.
Pero no podía dejar que se notara su inquietud.
Su equipo necesitaba verla imperturbable, un símbolo de resistencia en medio del caos.
Mordiéndose el labio en un momento fugaz y desapercibido, Harlee se armó de valor para mantener la compostura.
Cuando los sicarios salieron de las sombras, Ritchie se apresuró a ir junto a Harlee. Rodeados, se quedaron espalda con espalda, mientras Bart y los demás se mantenían firmes en los bordes exteriores. Estos atacantes estaban bien entrenados, su número duplicaba el del grupo de Harlee.
Ritchie mantuvo su atención al máximo, consciente de que la más mínima distracción podría resultar fatal. El sudor le resbalaba por la espalda, pero su voz transmitía una confianza juguetona.
.
.
.