La dulce venganza de la heredera millonaria - Capítulo 10
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Capítulo 10:
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Rhys retiró el brazo, con una expresión indescifrable, pero su disgusto era evidente. Las reacciones de los médicos ya habían revelado cuáles eran las traducciones correctas.
Rhys se volvió hacia Harlee, con una mirada llena de respeto y gratitud.
—Gracias. Si no hubieras hablado en ese momento, la vida de mi abuelo podría haber corrido un grave peligro. La familia Green tiene una gran deuda contigo, y yo, Rhys Green, no lo olvidaré. Si alguna vez necesitas algo de nosotros, solo tienes que decirlo.
Harlee hizo un ligero gesto con la mano, ignorando su agradecimiento. Simplemente no podía quedarse de brazos cruzados cuando la vida de alguien estaba en peligro.
Cuando terminó su parte, Harlee se dio la vuelta para irse.
Pero, de repente, una mano cogió la suya. Sorprendida, Harlee miró hacia abajo y vio a Nathaniel Green, el abuelo de Rhys, el anciano que había requerido atención médica inmediata, agarrando su mano mientras yacía en la cama del hospital.
Había recuperado la conciencia en algún momento.
Los ojos de Nathaniel brillaban con una mezcla de alegría y tristeza, y las lágrimas corrían por sus arrugadas mejillas.
Apretó la mano de Harlee con una fuerza sorprendente, con la mirada llena de anhelo.
—Nicola, ¿eres tú de verdad? ¿Has vuelto a verme? —murmuró.
—Sr. Green, se equivoca. No soy Nicola —respondió Harlee, frunciendo el ceño mientras intentaba soltarse con delicadeza.
Pero incluso en su frágil estado, Nathaniel se aferró, como por puro instinto.
Apretó su mano, enrojeciéndola, negándose a soltarla.
—No puedo dejar que te escapes de nuevo. Si lo hago, desaparecerás para siempre. No puedo vivir sin ti, Nicola. Por favor.
No me dejes de nuevo —suplicó Nathaniel, con voz temblorosa.
Los médicos intercambiaron miradas preocupadas mientras observaban al viejo obstinado aferrarse a Harlee con todas sus fuerzas. El tiempo se agotaba. La inminente operación de Nathaniel no podía retrasarse. Rhys no había previsto que su abuelo se despertara tan abruptamente, y mucho menos que fuera tan obstinado.
Se agachó junto a la cama, tratando de persuadir a Nathaniel.
—Abuelo, por favor, suéltala. Ella no es mi abuela. Le estás haciendo daño. Tienes que someterte a la operación ahora mismo. Si no lo haces, no volverás a ver a mi abuela y eso la entristecerá.
Al darse cuenta de que estaba causando dolor a Harlee, Nathaniel soltó rápidamente su mano, aunque sus ojos permanecieron fijos en ella.
—Nicola, no te vayas. Quédate aquí. Si te vas, no me operaré —murmuró, aturdido pero con determinación.
Al ver a Nathaniel confundido pero decidido, Rhys suspiró y decidió ceder al deseo de Nathaniel.
Se puso de pie y se volvió hacia Harlee.
—Mi abuelo no está en condiciones de razonar ahora mismo.
¿Podrías quedarte junto a la puerta y fingir ser mi abuela hasta que termine la cirugía? Te pagaré veinte millones por las molestias. —Sabiendo que estaba pidiendo mucho, Rhys suavizó el trato para que valiera la pena.
Harlee no rechazó el dinero que le ofrecieron.
Con las reconfortantes palabras y garantías de Harlee, Nathaniel finalmente dejó de protestar y lo llevaron en silla de ruedas al quirófano. Momentos después, la luz roja sobre la puerta se encendió.
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