Gemelos de la Traicion - Capítulo 317
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Capítulo 317:
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Pasó un latido, luego otro. Sus palabras calaron en mí y me di cuenta de que hacía tiempo que no hablaba con mis hijos. Saqué el teléfono, pero me giré para pedirle permiso. Odiaba no formar parte de la repostería. Ella sonrió y asintió, diciéndome que no pasaba nada.
Acababa de marcar el número de la abuela cuando la puerta principal se abrió de golpe. Dominic y Alexander irrumpieron en el salón con expresiones que me dejaron clavado en el sitio.
Algo iba mal. ¿Era Nathan? ¿O el detective Carter? Un segundo después, me di cuenta de lo que era. Era yo. Más yo que el detective.
—¿Qué demonios os ha pasado? —gritó Faith desde la cocina. Tardamos un minuto en responder.
—Han arrestado a Nathan. Alguien ha dado a la policía pruebas de sus delitos. Algunas, pero sí…
La noticia era la esperada. Me mordí el labio. Había sucedido más rápido de lo que pensaba. El sudor me empapaba las palmas de las manos y la frente. Al otro lado de la línea, la abuela habló.
—¿Raina? ¿Vas a decir algo, querida? Los niños quieren hablar contigo… —Abrí la boca, pero no pude articular palabra. Se me había formado un nudo en la garganta. Debería haber sido una buena noticia. Deberían estar emocionados. A estas alturas, todos deberíamos estar celebrando, pero la mirada de Alex me decía que quizá lo había estropeado todo. Diferentes pensamientos se agolpaban en mi mente. ¿Y si el detective Carter les había contado todo?
¿Sabe que soy yo?
Alex se acercó a mí con aire amenazador, con una expresión tan sombría que parecía dispuesto a matar.
«Respira, Raina», me gritaba mi mente. Ni siquiera había notado la opresión en el pecho. Me di la vuelta, no quería que Alex me viera ahogarme. No podía sospechar de mí.
Pero lo sentí detrás de mí. Sus manos estaban a ambos lados de mi brazo. Vi su sombra antes de que me tocara y respiré hondo cuando lo hizo, aunque su contacto no me quemó.
—No tienes buen aspecto, Raina. ¿Ha pasado algo?
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Me giró para que lo mirara, pero no pude mirarlo a los ojos. ¿Y si lo delataba?
—No pareces muy sorprendida por el arresto de Nathan. Sus ojos escudriñaban mi rostro y tuve que obligarme a mirarlo a los ojos.
«Tarde o temprano lo iban a arrestar. Quizás el karma lo alcanzó…». Ni siquiera yo creía lo que decía. No porque no fuera cierto, sino por el tono de mi voz.
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