Gemelos de la Traicion - Capítulo 276
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Capítulo 276:
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Mi asistente se dirigió a mí con un tono que apenas ocultaba su nerviosismo y me explicó que algunas personas, que se presentaban como miembros del clan Graham, habían comenzado a protestar. Afirmaban que la empresa pertenecía a nuestro padre y que no se irían a menos que les dieran su parte.
Se me heló la sangre al procesar la noticia, y la rebelión se extendió por mi mente como veneno.
Eché un vistazo a Alex y Faith, cuyos rostros estaban tensos por la preocupación y la determinación, y sentí que nuestra propia situación me pesaba aún más. Nuestro plan ya estaba hecho trizas, y cada segundo que pasaba solo empeoraba el problema. El futuro de nuestra familia, y el regreso de Raina a un lugar seguro, dependían de que pudiéramos ser más listos no solo que Nathan, sino también que esos desafiantes reclamantes de la Corporación Graham.
FAITH
Ya no podía contenerme, no con la vida de Raina en juego. Mientras salíamos de la casa, el aire estaba cargado de tensión y, sin pensar, agarré la mano de Dominic con tanta fuerza que él se estremeció por la sorpresa.
—¡Eliza también estaba allí! —grité, con la voz temblorosa por el miedo y la desesperación.
En ese momento, tanto Dominic como Alex abrieron los ojos como platos, sorprendidos, y exclamaron: «¿Qué?».
Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho mientras continuaba: «Eliza ha estado involucrada con Nathan todo este tiempo».
La reacción de Dominic fue instantánea y cruda, y su respuesta fue un gruñido bajo y furioso: «No me extraña…».
Podía sentir las innumerables preguntas que se arremolinaban en su mente: ¿cómo habían desaparecido los registros del hotel y por qué no se había descubierto nada?
Alex, queriendo recuperar el control de la situación, interrumpió con una mezcla de frustración y preocupación real: «Vamos a hablar en el coche.
Me estoy volviendo loco preocupándome por Raina».
Al instante, una oleada de remordimiento me envolvió. Sabía con aplastante certeza que no tenía ni idea de que esto formaba parte de su plan desde el principio. Un pensamiento persistente no dejaba de dar vueltas en mi cabeza: quizá debería haberme quedado allí y haber esperado a que Raina regresara para que pudiéramos haber sido rescatados o haber escapado juntos.
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Pude oír a Dominic gruñir entre dientes, apenas por encima de un susurro: «¿Por qué no puede ser un problema cada vez?». Su tono estaba cargado de decepción y desesperación, y sentí el peso de todos los errores que se cernían sobre mí.
—Dom —suplicé con voz temblorosa pero decidida—, tienes que ir a la empresa. Yo me quedaré con Alex y sus hombres y iré a buscar a Raina.
Esta vez no le estaba pidiendo que me protegiera; solo quería que confiara en mí y me diera el valor necesario para dar este paso tan arriesgado.
Dominic se detuvo en seco, con la ira ardiendo en sus ojos mientras me miraba con ira, con voz obstinada y baja. —No —dijo bruscamente—. También puedo enviar a mis hombres con Alex, pero tú no vas a escapar de mi vista. ¿Has olvidado que llevas un bebé contigo?
Sus palabras me dolieron como un puñetazo, un duro recordatorio de que mi imprudente huida no era solo por mí, sino también por Caleb.
Empecé a protestar, con la voz temblorosa por la ira y el miedo, pero Alex me interrumpió con un tono duro y calculador que me heló hasta los huesos.
—No pasa nada. Esto es precisamente lo que quería Nathan —repitió, con una voz que cortaba la tensión como un cuchillo.
—Alex, ¿qué estás diciendo? —espeté, con el corazón…
Mi corazón latía tan fuerte que podía oírlo resonar en mis oídos—. ¿Crees que Nathan nos dejaría separarnos deliberadamente?
Alex entrecerró los ojos mientras se inclinaba ligeramente hacia delante, con el rostro impenetrable, pero su voz era inequívocamente fría. «Porque todo forma parte de su plan», dijo con voz baja y controlada. «La agitación en la empresa, todas las distracciones… Todo está pensado para mantenernos alerta, para que no avancemos demasiado rápido».
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