Gemelos de la Traicion - Capítulo 253
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 253:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Pero no podía dejar que Faith sufriera por mi culpa.
Me puse una mano sobre el pecho, tratando de estabilizar el irregular subir y bajar de mi respiración.
¿Qué demonios iba a hacer?
ALEXANDER
Estaba más que enfadado. Las palabras no podían expresar la furia que me recorría, ardiendo como fuego líquido, tensando mis músculos y anudando mis venas mientras veía a Raina salir furiosa. Era exactamente lo que había temido, exactamente lo que había sospechado. Y ella había sido tan tonta como para abandonar el lugar más seguro en el que podía estar…
Caminaba rápidamente, con pasos decididos, y yo seguí su ritmo. Mi voz era aguda cuando la llamé.
—¡Raina, detente!
No redujo la velocidad. Ni siquiera un paso.
Cerró la puerta de un portazo, dejándome fuera antes de que pudiera alcanzarla.
Apreté los dientes y apreté la mandíbula. El pulso me latía con fuerza en las sienes mientras agarraba la manija de la puerta y la giraba. Estaba cerrada con llave.
—¡Raina! Golpeé la puerta con el puño, y el sonido resonó en el pasillo. No hubo respuesta. Volví a golpear, esta vez con más fuerza. «¡Abre la puerta!».
Seguía sin haber respuesta.
Respiré hondo, tratando de reprimir la ira que me quemaba en el pecho. Estaba furioso, pero debajo de eso, algo que no quería admitir se agitaba: la preocupación.
Apreté la frente contra la puerta y cerré los ojos. Maldita sea, ¿por qué tenía que ser tan terca?
Apenas unas horas antes, apenas podía mantenerse erguida sin tambalearse. La fiebre la había dejado exhausta, pálida y con la piel ardiendo al tacto. Había visto la expresión preocupada del médico cuando le tomó la temperatura.
«Está alta», dijo. «Necesita descansar».
últιmaѕ actualιzacιones en ɴσνєℓαѕ4ƒαɴ
Y, sin embargo, ahí estaba, encerrada en su habitación, sumida en la culpa que la consumía.
Me pasé una mano por la cara y exhalé con fuerza. Si quería espacio, muy bien. Pero yo no iba a ir a ninguna parte.
Me alejé de la puerta y bajé las escaleras, aunque la frustración seguía hirviendo bajo mi piel al ver a Vanessa de pie en el último escalón.
Ahora me miraba, con su habitual cautela, pero pude ver la sonrisa de satisfacción que se dibujaba en la comisura de sus labios. No le dejé decir ni una palabra.
La interrumpí bruscamente. —¿En qué demonios estabas pensando? —Mi voz era baja y cortante, cada palabra rezumaba irritación.
Ella apretó los labios antes de levantar la barbilla y cruzar los brazos con fuerza sobre el pecho. —Lo hice para que me perdonaras.
Solté una risa breve y amarga. «¿Perdonarte?». Negué con la cabeza, incrédulo. «Vanessa, dejaste que Eliza hiciera daño a Liam. ¿Crees que una buena acción borra todo eso?».
Ella se estremeció y, por un segundo, casi me sentí mal. Casi.
Pero entonces enderezó los hombros, aferrándose a cualquier defensa que hubiera construido en su mente. «Solo intentaba ayudar», murmuró.
Yo esbocé una sonrisa burlona. «Ahora no puedes hacerte la heroína. Deberías haberte mantenido al margen. No deberías haberte metido en esto». Bajé la voz, fría y firme. «Y eso incluye a Dominic. Ni se te ocurra involucrarte con él en nada de esto».
Su mirada titubeó, con algo entre la vacilación y la culpa. Pero seguí adelante.
«Sabes que Faith fue secuestrada». No era una pregunta. Vanessa lo había oído todo.
Tragó saliva antes de asentir. —Lo sé.
.
.
.