Gemelos de la Traicion - Capítulo 221
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 221:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Y cuando todo se calmara, Raina sería mía.
RAINA
Ya lo había dicho varias veces. Esas tres palabritas, con tanto peso que me dejaban sin aliento. «Te quiero».
¿Por qué lo decía con tanta naturalidad, como si no fuera gran cosa? ¿Como si no estuviera derribando los muros que había pasado años construyendo alrededor de mi corazón?
«Reacciona», me dije a mí misma, pero las palabras no sirvieron para impedir que los recuerdos se agolparan en mi mente.
Mi reflejo en el espejo del vestidor me devolvía la mirada, sonrojado y conflictivo. Por mucho que intentara concentrarme en otra cosa, mi mente me arrastraba de vuelta a aquella noche. La noche en la que había intentado, sin éxito, no pensar en ello.
¿A quién quería engañar?
Su beso aún perduraba en mis labios, su tacto aún ardía en mi piel y la forma en que me miraba me hacía sentir como si fuera la única mujer en el mundo. Por una noche, él no era el hombre que me había roto el corazón. Era el hombre que me había amado una vez, el hombre que creía haber perdido para siempre.
No me arrepentía. Ni un poco.
Pero el miedo… oh, el miedo era una amante cruel. ¿Y si el pasado se repetía? ¿Y si le dejaba entrar de nuevo, solo para que me rompiera el corazón otra vez?
«¿Y si no es así?», me susurró mi mente.
Ese pensamiento me dejó helada.
¿Y si esta vez era diferente? ¿Y si esta vez podía ser realmente feliz? ¿Cuánto tiempo iba a castigarme aferrándome al pasado, cuando Alex no había hecho más que demostrarme que me quería?
Me levanté bruscamente, haciendo que la silla rozara ruidosamente el suelo. «Ya basta», murmuré para mí misma.
Los pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza eran implacables, una tormenta de la que no podía escapar. Mi corazón y mi cuerpo gritaban por él, anhelando el calor de su tacto y la sinceridad de su voz. Me mordí el labio, mi mente repetía la intensidad de su beso, suave al principio, luego apasionado. Pero la parte lógica de mi cerebro, la parte consciente, seguía gritándome que huyera.
contenido copiado de ɴσνєʟ𝓪𝓼𝟜ƒαɴ.𝒸𝑜𝗺
Huir de un hombre que no había dudado en romperme antes.
—¿Raina?
La voz de la abuela me sobresaltó y me volví rápidamente para verla de pie en la puerta. Mi cara se sonrojó al instante.
—¿Estás bien, niña? —preguntó, entrando y entrecerrando los ojos mientras me observaba.
—Estoy bien —murmuré, pero instintivamente me llevé las manos a las mejillas. Sin embargo, el calor que emanaban me delató, y la abuela ladeó la cabeza con una sonrisa cómplice en los labios. «¿Por qué estás tan roja?», bromeó, cruzando los brazos. «¿Estabas pensando en Alex?».
«¿Qué? ¡No!», exclamé, con una voz más aguda de lo que pretendía.
La abuela arqueó una ceja. «No me mientas, Raina. Sé lo que pasó entre vosotros dos».
Me quedé paralizada, con el corazón latiéndome a toda velocidad. «¿Lo… lo sabes?».
Ella se rió entre dientes, disfrutando claramente de mi vergüenza. «No es culpa mía que fuerais tan ruidosos».
Las palabras me golpearon como un tren de mercancías y me cubrí la cara por completo, deseando que el suelo se abriera y me tragara. «Oh, no. Oh, no, no, no».
La abuela soltó una carcajada sincera y sonora. «Tranquila, niña. Los niños no han oído nada, pero tienes que saber que tus paredes no son precisamente insonorizadas».
.
.
.