Gemelos de la Traicion - Capítulo 189
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 189:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Ella le hizo daño a mi hijo —dije simplemente, con voz baja pero firme, el peso de la confesión llenando la habitación.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire como un golpe físico. Raina se estremeció y apretó las manos aún más fuerte. Su reacción no pasó desapercibida para Dominic, que miró rápidamente a los dos.
—Uhm —murmuró Dominic después de un profundo suspiro—. Os dejaré solos. No esperó respuesta, giró bruscamente sobre sus talones y se dirigió hacia la puerta. El silencio que dejó tras de sí era ensordecedor, largo y fino como un cable tenso a punto de romperse.
Me acerqué a Raina, la distancia entre nosotros parecía un océano.
Un abismo insuperable se extendía entre nosotros, a pesar de los pocos metros que nos separaban. Mi corazón latía con fuerza, cada latido me recordaba las palabras que tenía que decir.
—Nunca te pedí perdón por lo que hizo Eliza —comencé, con voz más baja y suave—. Por lo que le hizo… a Liam y a ti.
Entonces levantó la cabeza y sus hermosos ojos se encontraron con los míos. Brillaban con algo que no sabía definir: dolor, incertidumbre, quizá incluso un destello de algo más cálido.
—No tienes por qué hacer todo eso, Alex —dijo, con un hilo de voz.
—Sí que tengo —respondí, esta vez con más firmeza—. Te fallé, Raina. No fui el hombre que necesitabas. No estuve ahí cuando te importaba y dejé que te hicieran daño. —Hice una pausa, con un nudo en la garganta—. Dejé que ella te hiciera daño.
Sus labios se entreabrieron como para hablar, pero no salió ningún sonido.
La vulnerabilidad de sus ojos fue suficiente para romper algo dentro de mí. Lentamente, con cuidado, extendí la mano y le acaricié la mejilla. Su piel era suave y cálida al tacto, en marcado contraste con el muro de hielo que había construido a su alrededor. Por un instante, juré que se inclinaba hacia mí, un movimiento tan pequeño que hizo que una chispa de esperanza recorriera mi pecho.
—Quiero arreglar esto —continué, ahora en un susurro—. Quiero ser el hombre que debería haber sido hace tantos años. Quiero que vuelvas, Raina. Pero no te voy a presionar. Tómate tu tiempo, ve a tu ritmo. Solo… no me alejes.
El silencio entre nosotros era denso, cargado de emociones no expresadas, una tensión que ninguno de los dos parecía dispuesto a romper.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒ𝒶𝓷.ç𝓸m con nuevas entregas
Entonces, su teléfono vibró, cortando el momento como una navaja.
Ella se apartó ligeramente, con expresión de fastidio, y cogió el teléfono. Un rápido vistazo a la pantalla hizo que sus labios se apretaran en una fina línea.
—Es la maldita ama de llaves —murmuró, con evidente frustración. Sin dudarlo, respondió a la llamada y puso el altavoz. —¿Qué quieres, Adelaide?
La voz de Adelaide se escuchó a través de la línea, aguda y frenética. —Estoy afuera, señorita Raina.
Raina apretó la mandíbula, claramente perdiendo la paciencia. —¿Por qué sigues viniendo aquí? ¿Por qué sigues llamándome?
RAINA
Nunca pensé que realmente lo haría, arrestar a Eliza. El Alex que yo conocía no lo habría hecho. ¿Pero ahora? Ahora no estaba tan segura. Realmente ha cambiado, ¿verdad? Y esas palabras que dijo antes de que Adelaide interrumpiera… permanecían en mi mente como una pregunta sin respuesta.
¿Sería una estúpida por darle otra oportunidad?
Salí de mis pensamientos y me obligué a concentrarme. No era momento para soñar despierta. Había cosas más importantes de las que ocuparse, y Adelaide era la principal.
.
.
.