Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 981
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Capítulo 981:
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No necesitaba que nadie lo dijera en voz alta, sabía lo que estaban pensando. No debería haber vuelto. Que no era justo.
Y tal vez no lo era. Pero ¿qué podía hacer? No podía cambiar sus opiniones. Desde luego, no podía obligarlos a que ella les cayera bien. Así que mantuvo la cabeza alta y siguió adelante, fingiendo no darse cuenta.
Estaba a unos pasos de su laboratorio cuando una voz la llamó por detrás.
Se dio la vuelta. Lainey se acercaba corriendo, con los ojos muy abiertos, claramente aliviada de verla. Echó un vistazo a Stella y le preguntó: «¡Has vuelto! ¿Estás bien? ¿Cómo lo has llevado?».
Stella le dedicó una pequeña sonrisa cansada. «Estoy bien. Todo está… más o menos arreglado».
Lainey exhaló, visiblemente relajada, y tocó suavemente el brazo de Stella. —Estaba muy preocupada. No dejaba de pensar en llamarte, pero no quería molestarte. Por un momento, pensé que quizá no volverías.
Al ver la sincera preocupación en los ojos de Lainey, Stella sintió que algo se ablandaba en su interior, un pequeño destello de calidez.
«Gracias, Lainey», dijo con una sonrisa. «Pero ya me conoces, no me derrumbo tan fácilmente».
Lainey se rió. «Me alegra ver que piensas así. Ah, cierto, la semana que viene es el aniversario de nuestra universidad. Deberías haber recibido una invitación. ¿Quieres volver y echar un vistazo?».
¿El aniversario de la universidad?
Stella parpadeó, sorprendida por lo rápido que Lainey había cambiado de tema.
La universidad le parecía ahora un mundo completamente diferente, lejano y algo irreal. Su primera reacción fue decir que no. No estaba precisamente de humor para fiestas o reuniones, y lo último que quería era aguar la fiesta a los estudiantes o al profesorado.
Últimamente, incluso la idea de socializar le resultaba agotadora.
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«Este año es algo importante», insistió Lainey, percibiendo su vacilación. «Hace mucho que no ves a tu asesor. ¿Por qué no te pasas por allí? Quién sabe, quizá te abra algunas puertas».
Lainey no intentó hacerla sentir culpable ni jugar la carta de la nostalgia. Simplemente le dio dos razones de peso, y Stella empezó a reconsiderarlo.
La negativa estaba en la punta de la lengua… pero se detuvo.
Quizás no sería tan mala idea. Quizás se encontraría con alguien que pudiera ayudarla a salir del bache en el que estaba atrapada.
Así que asintió levemente con la cabeza. «Está bien. Volver para una visita no es una idea tan mala».
La cara de Lainey se iluminó de emoción. «¡Genial! Entonces vayamos juntas. Sé que no te gustan las multitudes ni las conversaciones incómodas, así que yo me encargaré de todo y reduciré la charla al mínimo».
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