Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 976
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Capítulo 976:
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Al final, Stella decidió no contarle a William lo que había dicho Nina. Simplemente no sabía cómo sacarle el tema.
No tenía sentido decírselo. Ya tenían sus secretos. Quizás era mejor así.
Todo eso de la honestidad total, sin mentiras ni barreras, era algo que sonaba bien en teoría. Stella había sido ingenua al creer que podía ser real.
William también guardaba silencio, con la mirada fija en la carretera, como si estuviera sopesando sus palabras, decidiendo si creerla o no. El silencio dentro del coche se prolongó, llenando el aire de tensión.
Finalmente, habló, con voz baja pero firme. «Stel, mantente alejada de ellos. Marc nunca ha sido un caballero, y Nina… sus intenciones no son puras. Me preocupa que salgas herida».
¿Le preocupaba que saliera herida?
Stella no pudo evitar darle vueltas y vueltas a esas palabras, con amargura. Si Nina tenía razón… si William realmente tenía vínculos con Erebus, entonces el tipo de daño al que se enfrentaría sería mucho más profundo que cualquier drama con Marc o Nina.
Pero se lo guardó para sí misma. No había necesidad de acusarlo todavía, no cuando no tenía pruebas.
Necesitaba algo más que los chismes tóxicos de Nina. Necesitaba algo real.
Nina había mencionado el anillo, la serpiente enrollada alrededor de la espada. Ese era un símbolo de Erebus. Y el propio William lo había mencionado antes, diciendo que era solo para los miembros principales.
Así que tenía que haber una forma de averiguarlo por sí misma.
Acceder a sus joyas no sería difícil.
Tras un largo silencio, la mente de Stella volvió a los pequeños detalles que había pasado por alto antes.
La forma en que William había hablado de Erebus, con tanta naturalidad, con un profundo conocimiento que debería haberle llamado la atención. Y luego estaba la forma en que había reconocido a Drake al instante, sin pestañear, a pesar de que no había nada sobre Drake en Internet.
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Era como si las piezas del rompecabezas finalmente estuvieran empezando a encajar. Los detalles que antes había descartado ahora destacaban con nitidez, formando una imagen de William que le resultaba completamente desconocida.
De vuelta en la villa, William le revolvió el pelo como siempre hacía antes de dirigirse a su estudio. Dijo que tenía cosas que hacer y la dejó sola en la sala de estar. Stella se quedó allí, sintiéndose… extraña. Como si no perteneciera a ese lugar.
No era su casa, era la de él. Ella solo era una invitada en su mundo. Por mucho que se hubieran acercado, la verdad era que seguía siendo una extraña.
Las palabras de Nina permanecían en su mente, crueles e insistentes.
«Si no me crees, revisa sus joyas. Mira si tiene un anillo con una serpiente enrollada alrededor de una espada. Una vez que lo veas, sabrás que no miento».
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