Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 971
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Capítulo 971:
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Cuando el cielo finalmente se despejó esa tarde, la luz del sol se coló por la ventana. Con un fuerte dolor de cabeza, Stella decidió salir al exterior y dejar que el aire fresco despejara sus pensamientos.
Apretando su chaqueta contra el pecho, se adentró en el parque cercano a su villa, donde las fuertes ráfagas de viento le mordían las mejillas y, extrañamente, suavizaban su inquietud.
El tiempo se le escapó mientras deambulaba, hasta que una voz repentina la llamó por su nombre desde el camino.
Levantó la vista y la sorpresa la dejó paralizada donde estaba. Marc estaba allí, alguien a quien no había visto en lo que le pareció toda una vida.
Llevaba un elegante traje, el pelo perfectamente peinado y una sonrisa falsa en los labios.
No había duda de que él la había visto mucho antes de que ella lo viera a él. De hecho, parecía como si hubiera estado esperando este encuentro.
Marc se detuvo justo delante de ella, recorriendo descaradamente su cuerpo con la mirada de arriba abajo. —Vaya, vaya, Stel. Cuánto tiempo. A juzgar por tu cara, la vida no te ha tratado muy bien, ¿verdad?
Sin decirle ni una palabra, Stella intentó pasar de largo.
Pero Marc se movió rápidamente, interponiéndose en su camino una vez más.
—Me enteré de tu suspensión del instituto. ¿Qué pasó? ¿William no intervino? Se supone que él dirige el lugar, ¿no?
Chasqueó la lengua con fingida lástima, aunque el brillo astuto de sus ojos delataba su alegría. —Si te hubieras quedado a mi lado y hubieras seguido siendo mi esposa, no estarías en este lío. Pero tú pediste el divorcio, y este es el resultado».
Stella le lanzó una mirada fulminante y le dijo con voz fría: «Apártate».
Marc se rió entre dientes con tono sombrío, rebosante de satisfacción. «¿He tocado un punto sensible? Dime, ¿qué sentido tiene aferrarte a William? Sinceramente, tus estándares han bajado desde que me dejaste. Antes te mimaban y todo el mundo se dirigía a ti con respeto como señora Walsh».
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Stella frunció el ceño. ¿De verdad creía que ella valoraba ese título vacío? Él había sido quien había traicionado sus votos, pero tergiversaba la historia como si ella fuera la culpable.
Cuando ella permaneció en silencio, Marc se inclinó hacia ella y bajó la voz hasta convertirla en un susurro condescendiente, rebosante de falsa generosidad.
—Verás, seré generoso por los viejos tiempos. El Grupo Walsh se ha recuperado. Si vuelves a mí, te cuidaré. No nos volveremos a casar, por supuesto, pero sigue siendo mejor que desperdiciar tu vida con William.
Por fin, Stella levantó los ojos. El veneno de su mirada lo atravesó, y una lenta y burlona sonrisa se dibujó en sus labios.
«Marc, sigues siendo el mismo soñador patético de siempre. ¿Volver contigo? Ni siquiera mereces decir esas palabras».
El desprecio grabado en su rostro congeló la sonrisa de Marc. Se convirtió en vergüenza, y su orgullo quedó herido.
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