Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 959
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Capítulo 959:
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William le entregó la tableta a Stella con voz fría y mesurada. «Amon ha abandonado el país».
Stella miró fijamente la información del vuelo que parpadeaba en la pantalla y rápidamente le empezó a doler la cabeza. Después de que la familia Carter lo dejara escapar, sospechó que Amon intentaría huir al extranjero. Tenía sentido: evadir la captura en el extranjero era mucho más fácil que en su propio territorio. Incluso con pruebas sólidas, atraparlo en otro país no era una garantía.
No podía quitarse de la cabeza las palabras de Amon: «El juego acaba de empezar». ¿Qué estaría tramando ahora? Lo único que Stella sabía era que esa persecución interminable la estaba agotando, tanto física como mentalmente.
William debió notar la tensión en su rostro. Le puso una mano tranquilizadora en el hombro. —Tengo gente siguiéndole la pista. No te preocupes, estamos en ello.
Stella exhaló lentamente y asintió con la cabeza. Sabía que él intentaba tranquilizarla, pero eso no disipaba la creciente sensación de inquietud.
Esa noche, después de una larga ducha, Stella finalmente se dejó caer en la cama. El suave colchón le proporcionó un breve momento de alivio, pero no duró mucho. Su teléfono comenzó a vibrar violentamente en la mesita de noche. Echó un vistazo al número desconocido que parpadeaba en la pantalla. Sus dedos se tensaron, fríos por la aprensión.
Tras un momento de vacilación, respondió, apretando el teléfono contra su oído, con la respiración reducida a un susurro.
—Sra. Russell, soy consciente de la situación en la que se encuentra.
La voz al otro lado era monótona, impersonal. No se percibía ninguna emoción, solo una fría indiferencia que hacía difícil saber si se trataba de un hombre o una mujer.
—Han pasado años desde que el trato de su madre fracasó. Aún debe de doler, ¿verdad? Una mujer joven como usted, desenterrando toda esa historia, aferrándose a ella. Hay que tener valor.
La voz tenía un tono burlón, como si toda la lucha de Stella no fuera más que una diversión pasajera para ellos, un pequeño inconveniente.
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Stella apretó el teléfono con fuerza, hasta que se le pusieron blancos los nudillos. «¿Quién eres?».
La voz se rió suavemente, como si su pregunta fuera trivial. «Alguien que puede ayudarte a salir de esto. Trabaja con nosotros. Retoma la investigación donde la dejó tu madre y todo tu…».
«¿Problemas? Desaparecerán. Dinero. Influencia. Incluso la verdad que has estado buscando… es tuya si la quieres».
El corazón de Stella dio un vuelco. Después de todos sus esfuerzos por descubrir la verdad, no se esperaba esto. La organización le estaba ofreciendo un trato. No sabía quién era esa persona, pero estaba claro que compartía la intención de Amon de utilizarla para su propio beneficio.
Stella se obligó a respirar y controló su voz. «¿Por qué debería confiar en ti? ¿No fue tu gente la que mató a mi madre?».
Un trato con Amon había sido como estrechar la mano a una serpiente. ¿Qué hacía a esta persona diferente? Amon no había podido doblegarla, así que ahora enviaban a otra persona para hacer el trabajo. Parecía una broma.
La voz se mantuvo tranquila, firme. «No tienes por qué confiar en mí. Pero debes saber esto: soy el único que sabe quién está realmente detrás de la muerte de tu madre. Ni siquiera Amon conoce toda la historia».
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