Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 951
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Capítulo 951:
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La fórmula molecular era teóricamente sólida —podía suprimir la actividad neuronal—, pero Stella nunca había imaginado que alguien pudiera sintetizar esta sustancia. Sabía que la química podía ser peligrosa, que las drogas ilegales eran recetas de laboratorio retorcidas. Pero nunca había imaginado que alguien pudiera diseñar algo tan elaborado, sin omitir ningún detalle.
Sin embargo, ahora tenía sentido por qué su madre había huido con ese objeto y por qué la gente lo había estado buscando.
No se trataba de una curiosidad de torre de marfil ni de una rareza académica. Era el plano de un arma que sería devastadora en el mercado negro. Su madre lo había robado para mantenerlo fuera del alcance del público, para evitar que se difundiera. Y al verlo ahora, Stella comprendió que si la fórmula caía en manos equivocadas, las consecuencias serían catastróficas.
Su madre había hecho bien en llevárselo.
Stella respiró hondo, tratando de calmar sus pensamientos acelerados. Las crípticas letras de la fórmula molecular… no eran aleatorias. Apuntaban a un distrito de almacenes olvidado hace mucho tiempo cerca del puerto de Choria.
Una idea escalofriante se apoderó de ella: ¿y si el accidente de coche que mató a sus padres adoptivos hacía tantos años no había sido un accidente en absoluto? Recordó cómo el otro conductor iba en sentido contrario por una carretera de montaña, completamente fuera de sí, como si ni siquiera fuera consciente de lo que estaba haciendo.
¿Podría ser que alguien hubiera estado persiguiendo a su madre todo ese tiempo? ¿Se trataba de la patente que poseía su madre?
La forma en que Alonzo se mostraba tan implacable por conseguir esa fórmula… no solo era importante, era peligrosa. Y sabiendo cómo funcionaba esa organización, si no conseguían lo que querían, lo destruirían sin pensarlo dos veces. Así era como hacían las cosas.
Lo que más sorprendió a Stella fue la naturalidad con la que su madre le había entregado el collar, una pista tan crucial, justo antes de que fuera adoptada por otra familia. Si hubiera acabado con otros padres, quizá nunca habría conservado el collar. Si no hubiera vuelto con la familia Carter, nunca habría descubierto su secreto.
¿Su madre siempre ocultaba pistas como esta? ¿De forma tan imprudente?
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Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el suave sonido de unos pasos fuera de la puerta del estudio. Luego se oyó la voz de William, suave pero claramente preocupada. —¿Stel? ¿Has estado ahí toda la noche otra vez? Sal, come algo.
Volviendo a la realidad, Stella reunió rápidamente todas las notas y trozos de papel, los metió en un cajón y lo cerró con llave. Se tomó un momento para calmarse, respirando profundamente antes de acercarse y abrir la puerta.
William estaba allí de pie, en pijama, con una taza de leche caliente en la mano. En cuanto vio su rostro pálido y sus ojos cansados, su expresión se tensó con preocupación. «No tienes buen aspecto. ¿Estás enferma?», le preguntó, acercándose para tocarle la frente.
Pero Stella se estremeció instintivamente y se echó hacia atrás, sorprendida por su propia reacción. Su mano se quedó suspendida en el aire. Durante un breve segundo, algo indescifrable brilló en sus ojos.
«Estoy bien», dijo rápidamente, esbozando una débil sonrisa mientras le quitaba la leche. «Solo cansada. La recuperación de datos va mal, es muy frustrante». No podía decirle la verdad. Todavía no.
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