Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 943
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Capítulo 943:
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De pie en el laboratorio, Stella se quedó mirando las pantallas. Sus datos. Su trabajo. Todo ello, esparcido por la red. Se puso pálida. Sentía frío en el cuerpo. No podía respirar.
La culpa la golpeó como un tren de mercancías.
Nada de eso tenía sentido. Se suponía que la seguridad del instituto era infranqueable. Entonces, ¿cómo demonios alguien había entrado sin dejar rastro?
¿Y lo peor? El ladrón ni siquiera vendió los datos. Simplemente los tiró. Como si el objetivo fuera destruirla.
Cerca de allí, uno de los informáticos sudaba a mares, con la voz hueca. «Quienquiera que haya sido… era de otro nivel. Como alguien de dentro. Rompió nuestros cortafuegos como si conociera el sistema al dedillo. Nos golpeó exactamente donde más nos dolía».
Stella no respondió. Solo miró hacia arriba, hacia el balcón donde Paul estaba de pie, contemplando el caos con el rostro sombrío como una nube de tormenta.
Paul estaba de pie en el balcón, con la mirada fija en Stella, imposible de descifrar. Su voz resonó, baja y firme. «Sylvia, sube aquí un momento».
Desde abajo, Sandra se estremeció. Su mirada se dirigió a Stella, tensa por la preocupación. Si Paul la llamaba así… no podía ser nada bueno. Y si había que aguantar el tipo, mejor que todo el equipo lo hiciera juntos.
Pero Stella solo le dio una pequeña palmada tranquilizadora en el hombro. «No te preocupes. Yo me encargo».
Se dio la vuelta y subió las escaleras con paso firme. Cuando desapareció de su vista, los ojos de Nina brillaron con cruel satisfacción. Ni siquiera se molestó en ocultar la sonrisa que se dibujaba en sus labios.
Por fin. Stella había tropezado. Y esta vez no se levantaría tan fácilmente.
Su voz se elevó, aguda y llena de juicio. «¿Puedes creerlo? Le han encargado a Sylvia el proyecto más importante que ha tenido el instituto en años, ¿y qué hace ella? Lo estropea. Por completo. No es solo un pequeño error», continuó Nina, paseándose como si estuviera dirigiendo un drama judicial. «El instituto ha sufrido una pérdida enorme. Los datos se han perdido. La reputación se ha destrozado. Y todo gracias a ella».
Los investigadores comenzaron a agolparse, atraídos como polillas a la luz. La tensión en el aire se volvió eléctrica.
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Con la fuga de datos cerniéndose sobre ellos como una nube de tormenta, nadie sabía qué hacer, y después del pequeño discurso de Nina, todos tenían un objetivo al que culpar.
Stella.
«Te dije que no podría manejarlo».
«¿Y ahora qué? ¿Cómo se lo explicamos a los socios?».
«¡Todos vamos a pagar por su error!».
No importaba que la verdad aún fuera confusa. No importaba que Stella ni siquiera hubiera tenido la oportunidad de hablar. La multitud había elegido a una villana, y era ella.
Abajo, la multitud se volvió brutal. Arriba, Stella se adentró directamente en el ojo del huracán.
Paul estaba de pie detrás de su escritorio, con una expresión indescifrable. Suspiró profundamente y dijo en voz baja: «No ha sido culpa tuya».
Stella parpadeó, tomada por sorpresa. Se había preparado para recibir culpas, para recibir ira, pero no para esto.
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