Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 924
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Capítulo 924:
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William apretó la mandíbula con fuerza, los peores efectos de la droga comenzaban a desaparecer. Su voz era baja pero firme. «Retira la vigilancia del estudio y del dormitorio. Envíame todo por correo electrónico. Y haz que analicen el café que me dio Lena».
No se quedaría de brazos cruzados dejando que las cosas se complicaran, especialmente cuando se trataba de Stella.
Siempre había habido algo en Lena que le había parecido extraño, pero ahora era más que una corazonada. Recordó el café. Stella casi nunca se lo preparaba, pero Lena se lo había traído antes. Solo eso ya le había hecho sospechar.
Luca actuó con rapidez y recuperó rápidamente las imágenes de las cámaras de vigilancia de la villa.
Las cámaras del pasillo y del estudio mostraban claramente a Lena entrando en el dormitorio cuando no había nadie y su mano acariciando a William mientras dormía.
Las nuevas cámaras del dormitorio, instaladas recientemente para la seguridad de William, lo captaron todo: cada mirada calculada, cada expresión falsa en su rostro.
Los resultados de la prueba del café también llegaron rápidamente. Estaba mezclado con algo que podía reaccionar mal con la medicación de William.
William leyó el informe, vio las imágenes… y sus ojos se volvieron fríos. El aire a su alrededor prácticamente bajó unos grados.
Qué espectáculo tan repugnante había montado Lena.
Si él no hubiera sospechado ya, ella podría haberse salido con la suya.
Llevó su silla de ruedas hasta la habitación de Stella y llamó suavemente a la puerta.
—Stel, abre. Sé que estás ahí. Hay algo que tienes que ver. Su tono era tranquilo, uniforme, sin delatar la tormenta que estaba conteniendo. Sin ira. Sin pánico. Solo una tranquila determinación.
No hubo respuesta detrás de la puerta.
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William esperó, tranquilo y paciente.
Finalmente, tras unos minutos, la puerta se abrió con un chirrido. Stella estaba allí, recién salida de la ducha, con el pelo húmedo pegado a los hombros.
La sorpresa se reflejó en sus ojos cuando lo vio. «¿Qué haces aquí?».
Sin responder, William le entregó una tableta en la que ya se reproducía un vídeo de las cámaras de seguridad.
Confusa, Stella la cogió. En cuanto sus ojos se posaron en la pantalla, la sorpresa se apoderó de su rostro.
El vídeo mostraba a Lena acercándose a William, todo lo contrario al acto lastimero y lloroso que había representado abajo.
Y luego llegó el informe del laboratorio sobre el café.
Así que esa era la verdad.
Hace solo unos momentos, mientras se duchaba, Stella se había estado preguntando por qué William había tratado a Lena con tanta dureza.
Ahora lo sabía. Lena le había estado mintiendo desde el principio.
Stella casi se había tragado toda la historia de Lena, casi había vuelto a dudar de William.
Una tormenta de emociones se arremolinaba en su pecho: ira por la traición de Lena, culpa por haber estado a punto de desconfiar de William.
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