Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 890
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Capítulo 890:
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Todos los instintos de Stella le gritaban, y su expresión se endureció como la piedra. «Sabes lo de la organización de tu padre, ¿verdad? ¿Fueron esos ataques y amenazas obra tuya?».
Stella se acercó, acortando la distancia, con los ojos fijos en el rostro de Amon, buscando la más mínima grieta en su actuación.
Amon levantó las cejas en señal de fingida ofensa y puso cara de ofendido. «Si hubiera querido hacerte daño, ¿por qué me habría molestado en salvarte ayer? Dos veces, además. ¿De verdad crees que tengo tanto tiempo libre que perder?».
Amon cambió de postura y se apoyó en el marco de la puerta, parpadeando lentamente. El brillo de sus ojos se volvió más intenso y su voz adquirió de repente un tono grave. —Solo oigo rumores, nada más. Pero puedo decirte que eres implacable a la hora de descubrir la verdad. Aunque es curioso, porque yo también guardo rencor a ciertas personas de la familia Briggs…
Su tono se redujo a un susurro, como si compartiera un secreto prohibido. «¿Qué me dices, Stella? Une fuerzas conmigo. Sé mucho más de lo que crees, más que ese hombre que está demasiado ocupado cerrando acuerdos como para responder a tus llamadas».
La idea la dejó helada. ¿Trabajar con Amon?
Stella sintió un nudo en el pecho. Su propuesta brillaba como una manzana envenenada, tentadora pero letal.
La desesperación la empujaba a buscar información, y Amon se la ofrecía libremente. Pero asociarse con él significaba lanzarse directamente al fuego: un paso en falso y quedaría irremediablemente quemada.
Stella buscó la mirada de Amon, esperando captar un destello de honestidad, pero sus ojos, agudos, traviesos e indescifrables, mantenían sus secretos bien ocultos. Su voz rompió la tensión, fría e inflexible. «Dame una razón para creerte».
La sonrisa de Amon se amplió, astuta y segura de sí misma, como la de un zorro que acorrala a su presa. —Porque ya te he sacado del peligro dos veces. Y ahora mismo, soy el único que puede decirte la verdad sobre la nave P73X.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Stella. Él incluso sabía lo del P73X.
Solo aquí: ɴσνєʟα𝓼𝟜ƒ𝒶𝓷.𝒸𝓸𝓂
Su certeza comenzó a desmoronarse justo cuando el ascensor sonó y las puertas se abrieron.
Las puertas del ascensor se abrieron y William salió, con su imponente altura solo igualada por la rigidez de su mandíbula. El teléfono colgaba de su mano como si acabara de terminar una llamada.
Cuando William levantó la mirada, se posó en Amon, que merodeaba en la puerta de Stella, demasiado cerca y con un ramo de llamativas rosas azules en la mano.
William se quedó paralizado donde estaba, la sangre abandonó su rostro y sus ojos se endurecieron como fragmentos de hielo.
Por un momento, la atmósfera se volvió opresiva, cargada de un silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper.
En el interior, Stella sintió un nudo en el pecho y el corazón se le encogió.
En lugar de retroceder, Amon se acercó más a Stella, como decidido a provocarla, con los labios curvados en una sonrisa maliciosa dirigida solo a William.
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