Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 886
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Capítulo 886:
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La presión se le clavaba en los dedos hasta hacerlos palpitar, aunque el dolor no era nada comparado con la inquietud que le carcomía el corazón. Llamarla ahora, exigirle respuestas, solo delataría sus sospechas. Crearía una brecha entre ellos justo cuando su frágil cercanía acababa de empezar a recuperarse.
Y luego estaba Amon, haciéndose el héroe. William sabía que tenía que ser deliberado, con el fin de provocar una reacción en él. Si se enfurecía en el calor del momento, le daría a Amon exactamente lo que quería, sin lograr nada más.
William cerró los ojos, obligando a sus emociones a sumergirse en lo más profundo de su ser. Cuando los volvió a abrir, su mirada solo reflejaba una fría determinación. Alisó las arrugas de su chaqueta, enderezó la espalda y volvió al estudio.
La visita de urgencia de Dexter al hospital lo había dejado confinado en su dormitorio, y el equilibrio de la familia Briggs ya se estaba resquebrajando bajo el peso de su repentino colapso. William no podía permitirse ninguna distracción en ese momento.
Sin embargo, el asunto estaba lejos de resolverse. William llegaría al fondo de la repentina enfermedad de Dexter, sin importar lo que costara.
Stella cerró la puerta detrás de ella con un clic decisivo y deslizó el pestillo en su sitio. El silencio de su apartamento la oprimía mientras se dirigía a su dormitorio, con la mente dando vueltas al caos del día una y otra vez. Algo no estaba bien. Demasiados accidentes, demasiados sustos… Ya nada parecía casual. ¿Por qué de repente la estaban atacando una y otra vez? ¿Nina estaba enviando gente para acosarla de nuevo, o la red clandestina de Alonzo había decidido finalmente que era hora de silenciarla para siempre? O peor aún, ¿estaba Amon detrás de todo?
Cada vez que el peligro se acercaba, él aparecía justo a tiempo. No podía ser una coincidencia, no todas las veces. Y, sin embargo… cuando recordaba la mirada de sus ojos mientras la sacaba del peligro, la sinceridad cruda que había en ellos, parecía demasiado genuina para ser falsa.
Stella exhaló con fuerza y negó con la cabeza. No podía permitirse caer en una espiral como esta. Quedarse quieta ya no era una opción. Quienquiera que estuviera detrás de los ataques se estaba volviendo más atrevido y, la próxima vez, quizá no tuviera la suerte de que Amon, o cualquiera, interviniera.
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Decidida, sacó su ordenador portátil y enderezó la postura mientras se concentraba. Uno por uno, abrió todos los archivos relacionados con el accidente de coche de sus padres adoptivos. Su mirada se endureció; ella misma desenterraría la red de Alonzo, pieza a pieza, antes de que volvieran a atacar.
A mitad de una pila de archivos, sus ojos se fijaron en un fragmento: el patrón y la cadena de código de la bobina de película restaurada. Solo lo recordaba a medias, pero estaba segura de que empezaba por P73X y terminaba con números.
Su instinto se activó. Ese código tenía que significar algo.
Stella rastreó foros públicos y semipúblicos, escribiéndolo en todos los campos de búsqueda que pudo encontrar. Nada. Quienquiera que hubiera creado el código lo había enterrado profundamente, fuera del alcance.
Las horas pasaron sin que se diera cuenta. Cuando el amanecer iluminó el cielo fuera de su ventana, se dio cuenta de que había estado pegada al portátil toda la noche.
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