Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 842
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Capítulo 842:
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«¡Quita tus sucias manos de encima!», gritó Stella, retrocediendo y casi liberándose, pero él fue más rápido. Le agarró la muñeca con los dedos y la tiró hacia él.
En el agua, la fuerza de Stella flaqueó frente a Amon. Justo cuando luchaba contra él, un fuerte calambre le agarró la pantorrilla con brutal fuerza, y la familiar agonía de sus anteriores baños la golpeó sin piedad.
Un grito se le escapó y su cuerpo perdió el equilibrio. Tragó un bocado de agua y se deslizó bajo la superficie.
El agua helada le llenó la garganta y la nariz, ahogándole los pulmones. Se debatió violentamente, pero el dolor punzante en su pierna acalambrada le quitó las fuerzas. El pánico solo la arrastró más hacia el fondo y su visión comenzó a nublarse. A su lado, Amon permaneció inmóvil, con los ojos fijos en su cuerpo que se debatía, los labios curvados con fría diversión, como si su sufrimiento le entretuviera. Un peso terrible presionaba el pecho de Stella. ¿Era así como iba a terminar su vida?
Al borde de la desesperación, una fuerza repentina la empujó hacia arriba: el brazo de Amon la agarró con fuerza por la cintura y la sacó a la superficie.
En cuanto volvió a respirar aire, Stella tosió y carraspeó, con el rostro pálido y el cuerpo temblando por la terrible experiencia.
Quien la sacó del agua fue el propio Amon, el mismo hombre que momentos antes se había quedado impasible.
Con un agarre firme, la mantuvo estable y la llevó hacia el borde de la piscina. La sonrisa burlona que antes se dibujaba en sus labios había desaparecido, sustituida por una expresión imposible de descifrar.
—¿Estás bien? —Su voz transmitía un ligero tono de preocupación.
Stella se aferró a la pared de la piscina, sacudida por la tos, con el cuerpo temblando tan fuerte que no podía articular respuesta alguna.
Con los ojos ensombrecidos por algo más oscuro, Amon se inclinó hacia ella, acortando la distancia entre sus labios temblorosos y los de ella.
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Stella volvió en sí de golpe, apartó la cabeza y empujó su pecho con todas las fuerzas que le quedaban. Su voz sonaba áspera por la rabia. «¡Amon, estás loco!».
Sus pensamientos ardían de furia. Él le había agarrado la mano, provocándole un calambre, y se había quedado de brazos cruzados mientras ella se hundía, para luego sacarla en el último momento y ahora intentar aprovecharse de ella. Estaba completamente trastornado.
Ante su arrebato, Amon se quedó paralizado.
Cuando sus ojos se encontraron con los de ella, solo encontró desprecio y una ira abrasadora. Por un instante, algo descuidado cruzó su mirada, pero luego su máscara volvió a colocarse en su sitio. Una sonrisa torcida curvó su boca.
—¿Así que esta es mi recompensa? Srta. Russell, la rescato y ¿esta es la gratitud que recibo?
Stella le lanzó una mirada feroz antes de empujarlo. Ignorando el dolor punzante en la pierna, salió de la piscina, cogió su bata y se la ajustó bien alrededor del cuerpo. Sin mirar atrás, se dirigió directamente al vestuario.
Cada paso que daba en su retirada llevaba consigo el dolor de lo que acababa de suceder y el odio que sentía por Amon.
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