Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 800
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Capítulo 800:
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El silencio en la línea se prolongó, haciendo que cada segundo se sintiera insoportable. Sharon contuvo la respiración, como si la verdad le hubiera dejado sin aliento. Cuando finalmente habló, la incredulidad se aferró a sus palabras. «Stel, yo… te juro que no tenía ni idea. De verdad, no lo sabía. Dime dónde estás ahora mismo. ¿Estás a salvo?». La voz de Sharon transmitía pánico y arrepentimiento, y cada sílaba delataba lo mucho que se culpaba a sí misma por haber dejado a Stella expuesta.
Oír esa cruda mezcla de culpa y miedo rompió algo dentro de Stella. Las lágrimas se deslizaron libremente, surcando su rostro y cayendo al suelo a sus pies.
Ella forzó la voz a través de la opresión en su garganta. «Estoy bien, Sharon. He llegado a casa. Por favor, deja de culparte. Amon lo preparó todo con mucho cuidado. Nunca lo habíamos visto antes, así que es natural que no pudiéramos reconocerlo».
La amabilidad de esas palabras solo aumentó la culpa de Sharon. «¡No puedo creer que William tenga un primo del que ninguno de nosotros sabía nada! ¿A qué está jugando Amon? Si te tiene en el punto de mira, no me quedaré de brazos cruzados. Ya estoy investigando su pasado».
«Déjalo, Sharon».
Stella recostó la cabeza contra la pared, con la voz cargada de fatiga. —Lleva planeando esto desde mucho antes de esta noche, esperando a que tropezáramos. Yo misma investigaré ese accidente más tarde. No tienes por qué involucrarte en esto.
La idea de arrastrar a su mejor amiga al peligro era insoportable, y Stella sabía que Sharon merecía mantenerse al margen.
Pero para Sharon, las palabras de Stella sonaban como una decepción por lo que había ocurrido antes.
«Lo siento, Stel», dijo Sharon, con tono de profundo remordimiento. «Te prometo que la próxima vez prestaré más atención. No volveré a defraudarte. No te hagas cargo de esto tú sola. Lo resolveremos juntas, ¿de acuerdo? Dos cabezas siempre piensan mejor que una».
Stella se presionó las sienes con los dedos. —Sharon, no has hecho nada malo. Solo quiero que no te veas envuelta en esto. Estoy agotada. Hablaremos mañana. Voy a colgar. Buenas noches.
Aquí sigue la emoción: ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.𝒸𝑜𝗺
Cortó la llamada antes de que Sharon pudiera decir nada más.
El silencio volvió a apoderarse de la habitación, solo roto por el leve zumbido del tráfico que se colaba por la ventana.
Durante un largo rato, Stella permaneció encorvada contra la puerta, sintiendo cómo el frío se le metía en el cuerpo. Por fin, se enderezó y se dirigió al cuarto de baño.
El vapor pronto la envolvió mientras el agua caliente aliviaba la rigidez de su cuerpo. Con los ojos cerrados, sus pensamientos se inundaron con los rostros de Amon y William. Hasta esa noche, ni siquiera sabía que William tenía un primo, y la revelación la impactó más de lo que quería admitir.
La verdad quedó clara: la familia Briggs era un nido de hombres peligrosos. La actitud despreocupada de Amon no era más que una máscara que ocultaba una mente tan calculadora como la de William. A partir de ese momento, decidió mantener la mayor distancia posible entre ambos.
Al otro lado de la ciudad, William aún no había regresado a casa. Un Rolls-Royce negro entró silenciosamente en el aparcamiento del Grupo Briggs. El edificio estaba casi a oscuras, pero una luz seguía encendida: la oficina del director general. William entró en la oficina y el ambiente se volvió pesado, como una tormenta a punto de estallar.
Se acercó a la alta ventana de cristal, su amplia figura proyectando una presencia que advertía a los demás que mantuvieran la distancia. Detrás de él, Luca se quedaba rezagado, inquieto, con las palmas húmedas y un brillo de sudor acumulándose en la frente.
«Hoy le he fallado, señor Briggs», admitió Luca. Bajó la cabeza, sin atreverse a mirar a los ojos a William, que seguía junto a la ventana.
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