Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 770
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Capítulo 770:
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Durante la semana siguiente, cada vez que Stella visitaba el hospital para ver a Truett, nunca se cruzaba con Marc.
Su ausencia le agradaba, pero también la dejaba silenciosamente confundida.
Después de todo, era su abuelo quien yacía en la sala, y su continua desaparición le parecía fuera de lugar.
Intuyendo sus dudas, Truett le dijo en voz baja: «Sabía que no querías verte con Marc, así que le dije que no viniera».
Su explicación dejó a Stella desconcertada.
Aunque Marc era un desastre, Truett parecía no darse cuenta y le perdonaba constantemente, sin importar cuántas veces metiera la pata.
Por eso le sorprendió la decisión de Truett de prohibir a su nieto que fuera al hospital.
«Querida, te hemos hecho daño. Marc se comportó de forma vergonzosa con lo que hizo, y tú lo perdonaste al no llevarlo a los tribunales. Me avergüenza pedirte nada más, pero solo deseo que encuentres la felicidad y vivas la vida que anhelas».
A Stella le temblaba la mano mientras le ofrecía un vaso de agua a Truett, y un sabor amargo le oprimía el corazón.
Truett nunca lo había dicho en voz alta, aunque Stella siempre había intuido que él quería que ella arreglara las cosas con Marc. Esta vez, sin embargo, Truett la estaba liberando, instándola a seguir libremente su propio camino.
Mordiéndose el labio, Stella susurró: «Truett, aunque ya no esté unida a Marc, seguiré considerándote como parte de mi familia. Vendré a verte a menudo».
A Truett se le llenaron los ojos de lágrimas y asintió rápidamente, conmovido por su promesa. —¡Bien, muy bien! Seguiremos estando unidos… Eres muy valiosa, Stella. Marc no te merece. Si se atreve a causar más problemas, haz lo que tengas que hacer. No me interpondré en tu camino.
Con el consuelo de Stella, la carga que Truett sentía por su imprudente heredero se alivió por fin.
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Durante esos largos días en el hospital, Jazlyn apenas se molestó en visitarlo.
De tal palo, tal astilla.
Truett había comprendido hacía tiempo que los mimos de Jazlyn habían arruinado a Marc, pero con la edad pesando sobre él y su salud deteriorándose, ya no tenía fuerzas para cambiarlo.
Intentar reformar a Marc ahora era una tarea inútil.
A raíz de todo lo que había sucedido, Truett finalmente comprendió que algunas batallas eran imposibles de ganar. Tendría que dejarlo ir.
Stella permaneció a su lado durante el almuerzo antes de regresar al instituto de investigación.
En la puerta, un sedán negro llamó su atención mientras esperaba en la acera.
En el momento en que reconoció la matrícula, su expresión se volvió sombría. Decidida a no reconocerlo, pasó de largo sin mirar y se deslizó por las puertas.
Una vez dentro, Stella soltó un largo y cansado suspiro. Sus nervios se habían preparado para que Marc volviera a enfrentarse a ella, pero él se quedó en el coche.
Para Stella, eso contaba como una rara victoria.
Lainey se dio cuenta de la mirada conmocionada de Stella y le dio una palmadita en el hombro. «Stella, ¿por qué estás tan nerviosa?».
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