Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 754
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 754:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
El camarero la condujo a la mesa de Marc y ella se detuvo un momento, sin intención de hacerlo.
A través de los enormes ventanales, toda la noche de Choria brillaba. La mesa estaba cubierta con un mantel de encaje blanco, decorada con rosas rojas brillantes, y cada plato contenía algo que ella adoraba. Las vistas, la comida, incluso la luz de las velas… todo le resultaba tan familiar que casi le resultaba doloroso. Una pesada sensación le oprimía el pecho, haciéndose más intensa con cada segundo que pasaba.
Cuando se casaron, ella le había dicho emocionada que quería celebrar su aniversario en ese mismo lugar. Le había descrito con detalle las vistas y el ambiente romántico, casi suplicándole, pero Marc nunca la escuchó. La ignoró y nunca la llevó allí. Después de sentirse decepcionada una y otra vez, acabó por dejar de pensar en ello.
Ahora, sentada allí porque él había elegido ese lugar, se dio cuenta de que Marc había recordado cada palabra que ella había dicho. Él siempre había sabido cuáles eran sus gustos, sus pequeños sueños, pero la verdad era que, en aquel entonces, simplemente no le había importado lo suficiente como para hacerlos realidad.
Ahora, esa cena cuidadosamente preparada no le parecía más que una ironía. En lugar de sorpresa o alegría, lo único que sentía era vacío. Si Marc supiera lo que realmente sentía en ese momento, se derrumbaría.
Mientras Stella estaba perdida en sus pensamientos, Marc se acercó por detrás, vestido con un traje perfectamente entallado y con cada mechón de pelo cuidadosamente peinado. Con una brillante sonrisa, le apartó una silla, como si esperara algo grandioso. «Ven, siéntate. Comprueba si la comida sigue siendo de tu agrado. He pedido todo lo que te gustaba», dijo con calidez.
Stella se sentó sin mostrar la más mínima emoción. Ni siquiera miró la comida o las vistas. Sus ojos se posaron directamente en Marc, fríos y distantes. «Marc, ¿no crees que…?»
«¿Crees que esto es una broma? Me ignoraste entonces, ¿por qué finges ahora que te importo tanto?», preguntó ella con tono seco.
Solo disponible en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.𝒸ø𝗺 actualizado
Su sonrisa se desvaneció antes de que lograra ocultar la irritación en sus ojos. «Stel, entonces estaba ciego, era demasiado estúpido para ver lo que importaba. Admito que te fallé. Yo…».
«Ya basta. No quiero oír ni una palabra más», le interrumpió Stella bruscamente, dando un sorbo lento al agua para calmarse. «No saques a relucir el pasado y deja de fingir. No me vas a convencer. Si acaso, solo hace que lo odie aún más».
Levantó distraídamente el tenedor, pinchó la ensalada más cercana y masticó sin notar ningún sabor. El suave resplandor de las velas solo resaltaba su expresión distante, que contrastaba con el romántico escenario cuidadosamente preparado.
Marc observó su mirada distante y se sintió un poco molesto. Todos sus esfuerzos y planes habían fracasado, como si ella lo encontrara más sofocante que entrañable. Ya no era la misma mujer que solía ser. Cuando estaban casados, incluso el regalo más pequeño podía alegrarla y mantenerla sonriente durante días. Pero ahora, aunque él recordaba cada pequeño detalle de lo que antes la hacía feliz, lo único que obtenía a cambio eran palabras frías y una mirada distante e insensible. Si ella no hubiera sido una Carter, Marc nunca se habría molestado en someterse a esta humillante persecución.
Con ese amargo pensamiento enterrado, reprimió su irritación y esbozó una sonrisa forzada, colocando cuidadosamente algo de comida en su plato. «Está bien, dejaré el tema. Toma, prueba esto. Es suave, te gustará».
Incluso mientras se preocupaba por su plato, sus ojos se desviaron hacia la entrada del restaurante, como si esperara algo.
Stella solo quería que terminara aquella miserable cena. Se obligó a comer unos bocados más, pero el ambiente pesado le daba ganas de huir. Dejando a un lado los cubiertos, habló en voz baja. «Cuando termine esta cena, espero que cumplas tu palabra. De ahora en adelante…».
.
.
.