Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 750
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Capítulo 750:
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¿Cómo podía mirarlo con tanta indiferencia? ¿Cómo podía seguir hiriéndolo una y otra vez?
Le dolía el pecho, el cansancio le pesaba en los huesos, pero aun así, no podía marcharse. No ahora.
Las burlonas palabras de Marc resonaban en su mente, obligándole a enfrentarse a la verdad que más temía. ¿Acaso ella aún sentía algo por Marc?
Sin embargo, en lugar de irrumpir en la habitación, William se hundió en una silla junto a la pared. Mantenía la espalda recta y aparentaba estar tranquilo, pero no cabía duda de la soledad que se reflejaba en sus hombros encorvados.
Tenía la cabeza gacha, la mirada perdida y los pensamientos enterrados donde nadie podía alcanzarlos.
Las enfermeras que pasaban por allí aminoraban el paso y le lanzaban miradas curiosas.
«Ese hombre de allí es muy guapo. Nunca lo había visto antes, ¿quizás sea de la familia?».
«Lo vi antes fuera de la habitación del señor Walsh. No se ha movido ni un centímetro».
«Entonces, ¿por qué no entra?».
William no dio señales de haberlas oído. Se quedó sentado, inmóvil.
Las horas pasaban lentamente, y la luz estéril del pasillo proyectaba sombras largas y solitarias en el suelo.
William permanecía tan quieto como una estatua, tan frío, tan inaccesible, que ninguna de las enfermeras se atrevía a acercársele. Lo observaban desde sus asientos, susurrando en voz baja.
Era ya bien entrada la noche cuando la puerta finalmente se abrió con un chirrido.
Stella salió, frotándose las sienes. El cansancio se reflejaba en su rostro, un cansancio que no solo se debía a una noche de insomnio. Empezó a caminar por el pasillo hacia el baño, pero se detuvo en seco.
Se le cortó la respiración.
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William. Seguía allí.
Tenía la cabeza gacha y unos mechones oscuros de pelo le caían sobre la frente. A la tenue luz, su rostro parecía casi frágil, despojado de la arrogancia que solía mostrar.
Llevaba la corbata aflojada y el cuello desabrochado, dejando al descubierto el borde de la clavícula.
Tenía la chaqueta olvidada sobre el regazo.
No parecía el William que ella conocía. Parecía… humano. Vulnerable.
¿Cuánto tiempo llevaba allí sentado?
¿Toda la noche?
La comprensión la golpeó como una descarga: había estado allí todo el tiempo. Su corazón dio un vuelco involuntario; estaba tan segura de que se había ido hacía horas. El sonido de la puerta lo despertó. Lentamente, William levantó la cabeza.
Tenía los ojos inyectados en sangre. Grandes ojeras bajo ellos. Cada arruga de su rostro delataba una noche de insomnio. Y, sin embargo, cuando su mirada se cruzó con la de ella, era sorprendentemente aguda, demasiado aguda, como si hubiera estado esperando solo este momento.
A Stella se le hizo un nudo en la garganta. Las palabras que quería decir —«¿Por qué sigues aquí?»— se le atascaron en la lengua.
Sus ojos eran indescifrables, cubiertos por algo que le provocaba un dolor en el pecho.
No se movió de la silla. Su voz, ronca y áspera por el silencio, tenía un peso que le presionaba directamente el corazón.
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Nota de Tac-K: Nuevo contenido listo, a disfrutar de la lectura queridas personitas. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. «૮₍ ˶•⤙•˶ ₎ა
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