Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 725
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Capítulo 725:
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Se detuvo junto a su ventana y le preguntó en voz baja: «¿Problemas con el coche?».
Stella apretó los labios y se quedó en silencio.
Sus ojos se posaron en el capó del coche y le pareció ver un ligero humo saliendo, aunque no estaba seguro de si era real o solo su imaginación.
«¿No arranca?», preguntó en voz baja, sin revelar nada, dejando a Stella adivinando lo que pensaba.
Sin inmutarse por su silencio, William se acercó al frente, pasó los dedos por el borde del capó y lo abrió con un suave chasquido.
Stella frunció profundamente el ceño y se asomó por la ventana. «¿Qué estás haciendo?», preguntó.
William levantó con cuidado el capó y lo sostuvo en alto, inclinándose ligeramente, y luego dijo con claridad: «Estoy aquí para ayudarte a arreglarlo».
William ni siquiera abrió el maletero para buscar herramientas. Parecía el tipo de persona que pensaba que podía arreglar cualquier cosa solo con sus manos y su confianza.
El aire nocturno traía consigo el leve aroma a sándalo que desprendía, lo que hizo que a Stella se le cortara la respiración por un momento. Apretó la puerta del coche con más fuerza, sin saber si debía salir o quedarse sentada.
Al final, se dio cuenta de que no estaba tan tranquila como pensaba.
Incapaz de seguir callada, abrió la puerta y salió. Caminó hasta la parte delantera del coche, donde William estaba inclinado sobre el capó abierto, con expresión concentrada mientras revisaba cada pieza.
—Sr. Briggs, no se moleste —dijo ella, con una voz tan fría como la brisa nocturna—. Ya he llamado a una grúa y llegará en cualquier momento.
William siguió trabajando con precisión, sin dar señales de que sus palabras le hubieran afectado. Sus ojos se movían con cuidado por cada componente, estudiando cada línea y conexión. Tras unos instantes, habló con calma.
—No parece un problema grave. Podemos arrancarlo con pinzas o empujarlo para que funcione. No tiene sentido llamar a una grúa, o te quedarás atrapada esperando al menos una hora porque hay una fiesta cerca y las carreteras están atascadas.
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Su certeza solo hizo que algo dentro de ella se erizara. No sabía muy bien por qué estaba molesta; solo sentía una fuerte necesidad de mantenerse alejada de él.
—Sr. Briggs, ¿siempre tiene que entrometerse en los asuntos ajenos? ¡Ya le he dicho que mis problemas no son de su incumbencia! —Su voz transmitía una frialdad que cerraba puertas.
William se detuvo y se enderezó lentamente, su figura casi bloqueando la luz, lo que solo hizo que el estado de ánimo de Stella se volviera más pesado.
La luz de neón los iluminaba a ambos mientras William la miraba con sus profundos ojos, fijándose en su rostro tenso y preocupado, como si intentara ver directamente en su corazón.
En la quietud, su voz sonó aguda. —¿De verdad? Entonces supongo que la muerte repentina de tus padres adoptivos tampoco tiene nada que ver conmigo.
Stella se quedó paralizada, con todo el cuerpo tenso, como si la hubiera golpeado algo invisible. ¿Cómo podía saber eso?
Apretó los puños a los lados y apretó los labios con fuerza mientras reunía todo su control para ocultar la tormenta que sus palabras habían desatado.
Pero su respiración entrecortada la delató. Su pecho se agitaba mientras su mente daba vueltas con la conmoción y las preguntas.
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