Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 722
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Capítulo 722:
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Respiró hondo, esbozó una sonrisa brillante y acogedora y se acercó a Stella con el aire seguro de una anfitriona.
«Señorita Gilbert, qué sorpresa verla aquí hoy», anunció en voz alta, asegurándose de que todos los que estaban cerca pudieran oírla.
Se movió como para abrazar a Stella, pero de repente resbaló y tropezó hacia adelante. La copa de vino tinto que tenía en la mano se volcó, derramándose directamente sobre el pecho de Stella.
La sala quedó completamente en silencio y una chispa de victoria brilló en los ojos de Nina. Ya se imaginaba la vergüenza que Stella sentiría pronto. ¿Intentando ascender en la escala social? Stella estaba a punto de descubrir cuál era realmente su lugar.
Sin embargo, el chapoteo y los gritos ahogados que esperaba nunca llegaron.
Justo cuando el vino tinto estaba a punto de empaparla, Stella dio un rápido paso atrás con el pie izquierdo y giró suavemente el cuerpo unos cuarenta y cinco grados hacia la izquierda.
El movimiento fue impecable y la copa que Nina había volcado pasó a pocos centímetros del hombro derecho de Stella.
En cambio, el vino se derramó sobre el brillante suelo de mármol, creando una gran mancha brillante. Algunas gotas salpicaron el borde del vestido de Stella y las puntas de sus zapatos, dejando solo unas pequeñas marcas y nada más.
Nina abrió mucho los ojos. Este no era el desastre que había planeado.
Stella se mantuvo firme, con expresión tranquila, aunque un breve destello de frialdad cruzó por sus ojos.
Ni una sola vez miró la copa de vino rota que yacía en pedazos en el suelo. Su atención permaneció fija en Nina, cuya tez pasó de pálida a enrojecida por la furia.
Cuando Stella habló, su voz tenía un tono tranquilo pero cortante. —Señorita Carter, debería tener cuidado con lo que hace. Es una pena desperdiciar un vino tan bueno.
Las palabras no fueron pronunciadas como una acusación, pero golpearon con la fuerza de una bofetada invisible.
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Pasó un momento de silencio antes de que comenzaran los susurros a su alrededor y las miradas curiosas se volvieran hacia Nina.
Nadie en un evento como este podía ser engañado fácilmente. La causa del pequeño accidente era evidente para todos.
El calor subió a las mejillas de Nina mientras la humillación se apoderaba de ella, ahogándola en vergüenza.
Sus ojos se posaron en el vestido de Stella, apenas salpicado por el derrame, y un resentimiento más profundo se extendió por su pecho. Esto no podía terminar aquí. Stella tenía que ser puesta en su sitio, y Nina se encargaría de ello.
Forzando una sonrisa que no llegaba a sus ojos, dejó que el sarcasmo se deslizara en su voz mientras miraba a Stella de arriba abajo. «¿Una pena? Yo diría que solo estás amargada por tu vestido de rebajas. Sylvia, ¿te has mirado siquiera? La ropa barata no tiene cabida en la casa de la familia Carter. Un poco de suciedad casi la mejora, nos ahorra tener que ver algo tan patético». »
El aire de la habitación pareció volver a hundirse y un pesado silencio se apoderó de la multitud. Las miradas se cruzaban entre Nina y Stella, como si todos se estuvieran haciendo en silencio la misma pregunta: ¿estaba Nina insinuando que el vestido de Stella era falso?
Sin moverse de su sitio, Stella soportó el peso del insulto de Nina y las miradas inquisitivas que la rodeaban.
En lugar de responder, se limitó a mirar a Nina con una mirada tranquila y firme.
Un momento después, bajó los párpados y sus largas pestañas proyectaron una tenue sombra sobre sus mejillas, ocultando cualquier emoción que pudiera albergar bajo la superficie. Para Nina, ese pequeño gesto era prueba suficiente de que había dado en el clavo.
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