Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 717
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Capítulo 717:
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La expresión de William era siempre la misma: fría y distante. Sus ojos eran como aguas profundas y heladas, que mantenían a todos, incluida ella, a distancia. Cada vez que lo veía, bajaba la mirada, fingiendo no darse cuenta de su presencia.
La verdad era que ya no sabía cómo enfrentarse a él.
Mientras tanto, Lance se había dado cuenta de su bajo estado de ánimo.
Pero, como invitado en su casa, aún recuperándose de sus lesiones, sabía que no era su lugar involucrarse en lo que fuera que estuviera pasando entre ella y William. En cambio, se centró silenciosamente en curarse, a veces ayudando con las tareas domésticas como forma de mostrar su agradecimiento.
Esa tarde, la última luz del sol poniente se derramaba a través de las altas ventanas, bañando la sala de estar con un suave resplandor naranja.
Lance, ahora con una camiseta limpia y bien ajustada que Stella le había comprado, estiró los brazos y los hombros, comprobando cuánta fuerza había recuperado.
Miró hacia la cocina, donde Stella estaba trabajando, con una expresión inusualmente seria. —¿Señorita Gilbert?
—¿Qué pasa? —Stella se volvió de los fogones, con el cucharón aún en la mano, al oír la voz de Lance.
Su tono era firme y sus ojos reflejaban una sinceridad poco habitual. «¿Podría acompañarme mañana a Briset? Mis padres se han enterado de que usted me salvó y quieren darle las gracias en persona. Han organizado un pequeño banquete en casa».
«¿Un banquete?», preguntó Stella, sorprendida.
Tras una breve pausa, lo descartó con un gesto. «No es necesario. Fue pura casualidad que le salvara, no tiene por qué darme las gracias».
«No, tiene que venir. », intervino Lance, con un tono que no admitía réplica. «Ya me han llamado. Quieren conocerte y darte las gracias en persona. Aunque no te quedes a cenar, acércate unos diez minutos».
Sus palabras eran firmes, pero sus ojos, brillantes de expectación, esperaban su consentimiento.
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Stella lo observó. Había algo en su mirada, bajo esa sinceridad, que no sabía definir.
Estaba dispuesta a negarse… hasta que un pensamiento cruzó por su mente. Lance estaba en la montaña donde sus padres adoptivos habían perdido la vida, y ahora sus padres querían conocerla. Si conocía a su familia, ¿podría encontrar alguna pista, algún indicio de aquel año? Quizás no solo Lance, sino que sus padres también sabían algo.
Si quería respuestas sobre sus padres adoptivos, la familia Carter era un camino que no podía evitar.
Reprimiendo sus dudas, lo pensó un poco más y luego asintió. «De acuerdo. Iré».
El salón de banquetes de la última planta de un club ribereño en Briset brillaba bajo una enorme lámpara de cristal.
Las ventanas del suelo al techo enmarcaban la resplandeciente ciudad y el fluir infinito del río abajo.
En el interior, las risas se mezclaban con el suave tintineo de las copas. Hombres con trajes a medida y mujeres con elegantes vestidos llenaban el espacio, todo un mundo de modales refinados y dinero antiguo.
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