Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 714
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Capítulo 714:
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Tenía los labios apretados, la mandíbula tensa y sus profundos ojos transmitían la intensidad de una tormenta a punto de estallar.
Ignorando su pregunta, volvió a mirar a Lance y preguntó lentamente: «¿Quién es él?». Su voz era como el hielo, cargada de una autoridad que oprimía a cualquiera que la oyera.
Lance, todavía en la puerta, levantó una ceja. En lugar de parecer intimidado por el dominio de William, parecía ligeramente divertido. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras sus ojos estudiaban a William con interés.
Enfrentándose a la fría mirada de William con una calma pausada, preguntó con voz clara: «Señorita Gilbert, ¿es este su ex?».
Soltó una breve risa, mirando a Stella con un toque de familiaridad antes de fijar sus ojos en el tenso rostro de William.
El aire entre ellos pareció congelarse.
Stella vio cómo William apretaba el puño, con las venas marcadas.
La presión baja y pesada que irradiaba hizo que el ambiente del pasillo se enfriara de repente.
Stella no tenía ni idea de por qué Lance había dicho eso de repente ni de cómo había decidido que William era su exnovio.
—Mi relación con ella… ¿qué te importa a ti? —Las palabras de William salieron entre dientes, cada sílaba recubierta de hielo.
Su mirada aguda recorrió a Lance, desde su pálido rostro hasta el tenue contorno de las vendas en su pecho, antes de fijarse en esos ojos que esbozaban una sonrisa burlona.
—Creo que tú eres el que tiene un pasado turbio —dijo William con tono incisivo, rebosante de sospecha y recelo.
A Stella se le encogió el corazón. Lo último que quería era ver a estos dos enfrentarse sin motivo.
Respiró hondo y dijo: —Sr. Carter, por favor, entre y descanse. Yo me encargo de esto.
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Sharon miró rápidamente a Stella, luego empujó a Lance al interior de la habitación y cerró la puerta con fuerza. Stella se volvió hacia William y dijo: —Sr. Briggs, esto no es lo que usted cree.
Se dio cuenta de que él había entendido mal.
—¿Qué creo? —la interrumpió William, clavándole la mirada con una mezcla de dolor y enfado que ella percibió al instante.
—Stella, ¿qué estás haciendo exactamente? ¿Lo conoces lo suficiente como para traerlo aquí? —Su voz temblaba por la furia que apenas podía contener.
Se instaló un tenso silencio entre ellos, que hizo que a Stella se le erizara la piel. Respiró lentamente y dijo en voz baja: «Sé lo que hice».
Los labios de William se curvaron en una mezcla de irritación e incredulidad. «Si realmente lo supieras, no lo tendrías todavía en tu casa. ¡Lo habrías echado en cuanto lo encontraste, en lugar de ir corriendo al supermercado a comprarle comida!».
Sus ojos ya se habían posado en la bolsa de la compra que ella llevaba en la mano, llena de ingredientes frescos. La idea de que ella cocinara para otra persona le dejó un desagradable sabor amargo en el pecho.
—¡Basta! —La voz de Stella se elevó de repente.
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