Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 610
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Capítulo 610:
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Después de que él se duchara y bajara, ella se recostó en el sofá y lo observó atentamente. «¿Va todo bien en la empresa?».
Su frustración la estaba consumiendo.
Marc suspiró, frotándose las sienes, con voz baja. «Nada funciona. Nadie pica. No conseguimos cerrar ni un solo trato».
A Doreen se le encogió el corazón. «Si esto sigue así, ¿qué es lo peor que podría pasar?».
El rostro de Marc se ensombreció. «¿Qué más? La quiebra. Si no sabes lo que está pasando, no empeores las cosas haciendo preguntas estúpidas».
Hubo un breve silencio. Justo cuando el estado de ánimo de Marc empezaba a hervir, Doreen cambió de tema con facilidad.
«Por cierto, Marc, ya es hora de que cubras los gastos de alimentación del mes que viene».
Doreen vivía cómodamente en una gran casa con sirvientes a su servicio. Pero sin dinero extra, no podía seguir enviando dinero a su madre, Clara, que era prácticamente una sanguijuela. Así que cada mes, como un reloj, no tenía más remedio que pedirle más a Marc.
Pero esta vez, Marc no se lo entregó sin decir nada, como solía hacer. En cambio, la miró con tono seco. «¿Cuánto necesitas?».
Ese cambio en su actitud le revolvió el estómago. Nunca antes le había preguntado. Simplemente le transfería el dinero sin pestañear. ¿Ahora le hacía preguntas? Ella mantuvo un tono suave y cauteloso. «Lo mismo de siempre está bien».
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Marc entrecerró los ojos. «¿Ya te has gastado todo lo que te di la última vez?».
Solía darle cien mil dólares al mes. Para alguien que solo llevaba unos meses de embarazo, incluso con los suplementos y las revisiones médicas, eso debería haber sido suficiente.
El pánico se reflejó en el rostro de Doreen.
«Marc, no te lo pediría si no fuera necesario. El bebé necesita una mejor nutrición ahora… y tengo una revisión médica próximamente. Todo eso suma, ya sabes».
Pero Marc no la estaba escuchando realmente. Sin decir nada más, sacó su teléfono, transfirió el dinero y murmuró: «Gástalo con prudencia».
Con la empresa apenas manteniéndose a flote y la mayor parte de sus ahorros invertidos en salvarla, no le quedaba mucho para nadie, ni siquiera para Doreen.
Ella asintió rápidamente. «Lo haré. No te preocupes, Marc. ¡No seré una molestia!».
Se cambió de ropa y se marchó de nuevo, sin estar en casa ni diez minutos. Doreen no lo detuvo esta vez. Solo observó cómo se cerraba la puerta detrás de él.
Una vez de vuelta en su habitación, apretó con fuerza el teléfono entre los dedos, invadida por una sensación de inquietud. ¿Marc ya estaba dudando por cien mil? Ella esperaba conseguir aún más hoy.
Sentada en el borde de la cama, un destello agudo brilló en sus ojos mientras comenzaba a pensar en las cosas.
Si Marc realmente se estaba arruinando, no habría forma de seguir enviando dinero a Clara. Y Clara, egoísta y ruidosa, seguramente haría una rabieta cuando el dinero…
Se detuviera. Si montaba una escena, podría delatar a Doreen, y Marc podría incluso acabar odiándola.
Así que tal vez… era mejor desaparecer antes de que todo se viniera abajo.
Si huía ahora, podría salvarse de las consecuencias.
La determinación brilló en los ojos de Doreen.
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