Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 609
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Capítulo 609:
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William se rió entre dientes. «¿No te dije que algún día te daría Nebula? Gestionarla solo era el calentamiento. No hace falta que te sorprendas tanto».
Stella bajó la mirada hacia la firma en negrita que ya figuraba en el contrato: la de William. Su corazón se llenó de emoción. Él la había ayudado una y otra vez, ofreciéndole no solo apoyo, sino también un sincero aliento.
Levantó la vista, con tono serio. «William… gracias. Por confiar en mí con esto. No te defraudaré».
Su sinceridad le hizo reír. —De acuerdo, te creo. Adelante, señorita Russell, fírmalo.
Stella tomó el bolígrafo y firmó cuidadosamente junto a su nombre, con una letra elegante y firme.
Le devolvió el contrato y el bolígrafo, pero él solo cogió el documento. —El bolígrafo es para ti —dijo William con naturalidad—. Ahora eres directora de una empresa, necesitas un bolígrafo que esté a la altura del cargo.
Era un bolígrafo impresionante, de alta gama, sólido en la mano y sutilmente lujoso. Stella reconoció el logotipo debajo del capuchón. Era una marca extranjera que solo había visto en revistas. Uno de estos costaría al menos diez mil dólares.
¿Le había dado la empresa y el bolígrafo? Ahora se sentía aún más incómoda por no darle nada a cambio.
—Sr. Briggs, sinceramente, no sé cómo darle las gracias… Si necesita algo, solo tiene que decirlo. Haré todo lo que pueda.
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William no dudó. Hizo una breve pausa y luego dijo: —De hecho, hay una cosa.
Los ojos de Stella se iluminaron. —Dígame.
—¿Qué tal si sigue cocinando para mí? No soporto la comida de Rita.
Stella parpadeó y frunció ligeramente el ceño. ¿Por qué de repente sentía que había caído en una trampa?
Mientras tanto, tras ser burlado por Stella una vez más, Marc intentó ponerse en contacto con Alonzo. No tuvo suerte.
Llamada tras llamada, el teléfono de Alonzo seguía fuera de servicio.
Incluso alguien tan lento como Marc finalmente se dio cuenta: lo habían dejado plantado.
Tras el fracaso de su plan contra Stella, Alonzo había decidido claramente que Marc era inútil y había cortado todos los lazos sin previo aviso.
Y así, sin más, el Grupo Walsh volvió a caer en picado, peor que antes.
Por muchas puertas que llamara Marc, ya nadie quería trabajar con él.
Pasó una semana entera encerrado en la oficina, persiguiendo acuerdos que nunca se concretaron.
Al final, derrotado, se arrastró de vuelta a la villa solo para ducharse y cambiarse.
Pero en cuanto abrió la puerta, vio a Doreen descansando en la sala de estar, comiendo fruta.
Su vientre empezaba a notarse, el embarazo redondeaba ligeramente su figura. En cuanto vio a Marc, su rostro se iluminó. Se acercó con una brillante sonrisa. «¡Marc, por fin has vuelto!».
Él la miró brevemente, con los ojos apagados por el cansancio. Sin decir una palabra, subió las escaleras con paso pesado.
A Doreen se le encogió el corazón. En cuanto vio la expresión de su rostro, supo que algo no iba bien.
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