Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 600
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Capítulo 600:
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Stella entró furiosa en su apartamento, todavía echando humo. Se dejó caer en el sofá y sacó el contrato que había firmado con Marc. Ahí estaba: las especificaciones de IG escritas en blanco y negro, claras como el agua.
Gimió y se masajeó las sienes. Esto era malo. Muy malo.
Los materiales eran completamente inútiles, pero ya se había comprometido a un acuerdo a largo plazo. ¿Y si lo cancelaba ahora? La multa era de cincocientos millones de dólares, una cantidad escandalosa.
Solo con pensar en esa cifra, sentía que las paredes se le echaban encima.
Después de comprar su apartamento, su cuenta bancaria apenas tenía unos pocos millones, lo que era una gota en el océano en comparación con lo que debía.
Recostándose en el sofá, suspiró, dándose cuenta de lo mucho que había metido la pata al no ser más cuidadosa con Marc.
Y lo peor de todo era que William aún no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Justo cuando el pánico empezaba a apoderarse de ella, su teléfono vibró. Era un mensaje de Marc.
«Sra. Gilbert, los materiales han sido entregados. Necesitamos su firma inmediatamente. Si no, esto irá a los tribunales. No compliquemos las cosas».
El mensaje la golpeó como una bofetada. Sus manos temblaban mientras miraba la pantalla.
Una parte de ella quería tirar el teléfono al otro lado de la habitación, y la otra parte se sentía impotente.
Tratando de encontrar una salida al lío, Stella consideró llamar a Sharon o a Josie para pedir ayuda.
Si de alguna manera pudiera reunir los quinientos millones por su cuenta, no tendría que involucrar al Grupo Briggs y el Grupo Nebula tampoco se vería afectado.
Respiró hondo y marcó el número de Sharon.
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En cuanto Sharon se enteró de lo que habían hecho Marc y Alonzo, se enfureció y se subió a su coche para ir a verla.
Cuando entró en el apartamento de Stella, las palabras airadas que había preparado para descargar su ira contra Marc se le quedaron en la boca al ver lo pálida y agotada que estaba Stella.
—Stel, no te preocupes —le dijo con dulzura, sentándola en el sofá—. Ya encontraremos una solución. Cuenta conmigo.
Su tono era suave, pero sus ojos ardían mientras hojeaba el contrato.
Stella aún no le había dicho a Sharon la cuantía de la multa.
Pero cuando Sharon la vio en el contrato, se quedó boquiabierta.
«¿Quinientos millones? Esto es una locura». Nunca había visto nada parecido.
«Stel, este contrato es…».
Sharon quería decir que era una estafa total, pero la mirada de Stella la hizo detenerse.
Después de tantos años de amistad, Stella no necesitaba que terminara la frase; ya sabía lo que Sharon estaba pensando.
Se acurrucó en el sofá, abrazándose las rodillas, tratando de bloquear todo por un momento.
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