Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 586
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Capítulo 586:
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Marc, de pie allí, parecía como si le hubieran dado una bofetada. Su rostro pasó de pálido a enrojecido en cuestión de segundos. «Entonces, ¿estás con William porque tiene más dinero? ¿Es eso? ¿Toda nuestra relación vale menos para ti que su cuenta bancaria?».
Stella no quería perder ni un segundo más hablando con alguien tan desvergonzado como Marc, así que se dio la vuelta y se marchó.
Marc empezó a seguirla, pero William se interpuso y le bloqueó el paso.
«Sr. Walsh, no solo está arruinado, sino que además es inculto, despiadado e inútil. Siempre persiguiendo lo que no se merece. ¿Cómo podría alguien como usted ser digno de Sylvia?».
Marc cerró los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas de las manos.
Mientras miraba a William y Stella, no quería admitirlo, pero no podía negarlo: hacían una pareja perfecta.
Cuando estaba casado con Stella, ella le prestaba toda su atención. Normalmente vestía de forma informal en casa, rara vez se maquillaba y no le importaba mucho la apariencia.
No fue hasta después del divorcio cuando se dio cuenta de lo impresionante que era: una figura estupenda, una mente brillante, elegante y serena.
Todo lo que había dado por sentado.
Y ahora que lo veía… era demasiado tarde.
Stella mantuvo un tono neutro. —Vámonos. No tiene sentido discutir con él.
Pensó que si Marc hubiera tenido intención de escucharla, habría dejado de perseguirla hacía mucho tiempo.
Ella y William entraron en el complejo residencial. Marc intentó seguirlos, pero la puerta automática se cerró en sus narices.
Antes de marcharse, Stella se aseguró de decirle al guardia de seguridad: «No es bienvenido aquí. Si vuelve a aparecer, no le deje entrar».
El guardia asintió. «Entendido, señorita. No se preocupe, no dejaré entrar a alguien así».
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Stella sonrió levemente en señal de agradecimiento y se alejó con William, sin mirar atrás ni una sola vez.
Marc se quedó allí, viendo cómo sus figuras se alejaban en la distancia.
Su corazón se llenó de remordimiento.
Se había alojado en un hotel de lujo, pero casi no le quedaba dinero.
Aun así, no se atrevía a volver a casa con Doreen.
Había venido hoy con la esperanza de que Stella se ablandara y le diera otra oportunidad.
Pero al final, ni siquiera pudo cruzar la puerta.
Se quedó fuera, dando vueltas, sin saber adónde ir.
Finalmente, se dirigió hacia la carretera, con la intención de marcharse.
En ese momento, alguien le dio una palmada en el hombro.
Se giró rápidamente, esperanzado. «¡Stel…!».
Pero no era Stella. Ni siquiera era una mujer. Era un hombre trajeado, alguien a quien Marc nunca había visto antes.
«Eres Marc Walsh, ¿verdad?».
Marc frunció el ceño. «¿Quién eres y cómo sabes mi nombre?».
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