Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 564
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Capítulo 564:
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«Sí, probablemente no», respondió Stella.
Rita pareció un poco decepcionada después de eso.
Stella supuso que era porque ahora la preparación de la comida recaería exclusivamente sobre ella, y William no era precisamente un tipo fácil para quien cocinar.
Tras charlar un rato, Stella colgó.
Mientras tanto, Rita llamó a la puerta de William.
«Sr. Briggs, tenía pensado cocinar en casa de la Sra. Russell como antes, pero me ha dicho que ya no se va a quedar aquí, así que quizá tenga que empezar a cocinar en mi casa y traer la comida. Solo me llevará un poco más de tiempo».
William contuvo el aliento. Su mirada se agudizó. —¿Qué acaba de decir?
—He dicho que la comida tardará un poco más…
«No, la parte anterior».
—Ah, la Sra. Russell se ha mudado. Probablemente no volverá. ¿No lo sabía? Rita había dado por hecho que él ya estaba al tanto, después de todo, siempre habían parecido muy unidos.
Pero William estaba atónito. Una vez más, ella se había marchado sin decírselo. Ni una palabra. ¿Realmente se había ido sin más?
Una tormenta de frustración se apoderó de él. ¿Qué significaba él para ella, que se hubiera marchado sin avisar?
Se le encogió el pecho. Se le quitó el apetito.
Despidió a Rita con un gesto y salió de la habitación. Una hora más tarde, William estaba frente a la villa de Steven.
Steven abrió la puerta e inmediatamente se percató de la expresión agria en el rostro de William. —¿Qué pasa ahora? ¿Otra vez problemas con Sylvia? William soltó un profundo suspiro.
Steven se hizo a un lado para dejarlo entrar, cogió una buena botella del armario de los vinos, sirvió una copa y se la entregó. «Bueno, suéltalo».
William no se contuvo. Le contó a Steven lo fría que había estado Stella últimamente, especialmente cómo se había mudado sin decírselo. «Se lo dijo a Rita. ¿Pero a mí? Nada. ¿De verdad le importo tan poco?».
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Steven chasqueó la lengua. Ver a William luchar así con el amor era casi entretenido.
«Sinceramente, quizá sea el karma. Rechazaste a tantas mujeres antes de Sylvia que quizá el universo se esté vengando de ti».
Lo que se siembra, se cosecha. Sin duda era su karma.
William le lanzó una mirada asesina. «Si no tienes nada útil que decir, cállate y escucha».
Si Steven no se callaba, tendría que obligarlo.
Steven levantó las manos en señal de rendición. —Está bien, está bien, no te enfades. Esta vez te daré un consejo de verdad.
William bebió un sorbo de vino, adivinando ya por dónde iba. —Fingir ser inocente y vulnerable no funciona.
Steven parpadeó. «Espera, ¿cómo sabías que eso era lo que iba a decir? ¿Ya lo has probado? Debes de haberlo hecho mal».
William lo miró con expresión impasible. «¿Te parece gracioso?».
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