Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 53
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Capítulo 53:
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El rostro de Marc se ensombreció con ira mientras se volvía para mirar fijamente a Haley. Los ojos de Haley se llenaron de lágrimas, pero por mucho que negase con la cabeza, nadie le creía.
La grabación que Stella había reproducido era clara e imposible de negar. Haley no podía decir nada para salir del apuro.
Miró a Marc, esperando algún tipo de apoyo, pero lo único que vio en sus ojos fue decepción y frío disgusto.
Rápidamente se volvió hacia Jazlyn, pero Jazlyn ya se había alejado, claramente sin intención de seguir apoyándola.
Haley se sintió destrozada por dentro, pero entonces apretó los dientes y señaló directamente a Jazlyn. «¡Marc, no es lo que parece! ¡Todo lo que hice… me lo dijo tu madre! Sabes que nunca le ha gustado Stella. Quería que la dejaras. ¡Ella me obligó a hacerlo!».
Sus palabras dejaron a todos impactados. Ahora todos los ojos estaban puestos en Jazlyn, que permanecía inmóvil con su elegante vestido.
«¡Estás mintiendo sobre mí! Nunca te dije que hicieras nada de eso. ¡Deja de culparme sin pruebas!». Jazlyn estaba tan enfadada que perdió por completo la compostura.
Su reacción solo la hizo parecer aún más fuera de control.
«¡Jazlyn, no mientas ahora! Tú fuiste quien dijo que Stella ni siquiera podía tener hijos, que no tenía el origen adecuado para ser lo suficientemente buena para Marc. Tú me dijiste que encontrara una manera de hacer que ella lo dejara por su propia voluntad. ¡Todo esto fue idea tuya!», gritó Haley.
Ya no le importaba nada.
No podía permitirse perderlo todo, no ahora. ¡Tenía que sacrificar a Jazlyn!
Marc miró a su madre con una mirada escalofriante. Ahora todo tenía sentido. Era exactamente el tipo de cosas que ella diría.
Así que era cierto: su propia madre y Haley lo habían planeado todo.
Stella se quedó en silencio, observándolos mientras se destrozaban con una sonrisa fría.
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No hacía mucho, fingían ser una gran familia feliz. ¿Y ahora?
Se estaban desmoronando por dentro y ella no había movido un dedo.
Mantenía la mirada distante mientras sostenía con fuerza la grabadora en la mano, observando en silencio el caos.
Mientras tanto, en su oficina, William estaba revisando unos papeles cuando Luca entró con un expediente. —Señor Briggs, la señora Russell ya ha firmado. Aquí tiene el contrato.
William miró la firma y reconoció al instante la letra pulcra de Stella. —¿Ha pedido algo más?
Luca negó con la cabeza. —No, lo ha firmado sin problemas. No ha pedido nada.
William no se sorprendió en absoluto. Era típico de ella.
Al darse cuenta de que Luca no se había marchado, le preguntó: —¿Hay algo más?
Luca se detuvo y dijo: —La Sra. Russell ha ido sola al evento benéfico de Choria esta noche.
William dejó lo que estaba haciendo y su mirada se tornó inquietante. —¿También estaba allí la familia Walsh?
Luca asintió. —Sí, y ya ha habido algo de drama. La Sra. Russell ha reproducido la grabación del otro día.
William arqueó las cejas, sorprendido. ¿Stella lo había grabado? Eso no se lo esperaba.
Solo imaginarla manejando todo eso ella sola en un evento tan importante hacía que las cosas se pusieran mucho más interesantes. Era exactamente el tipo de movimiento audaz que ella haría.
William dejó el bolígrafo y cogió su abrigo.
Luca parecía confundido. —¿Se va, señor Briggs?
William se arregló el cuello con calma. —Ahora es nuestra socia. Acabamos de firmar el acuerdo; si le pasa algo, podría afectar a la empresa.
Su explicación tenía sentido, y Luca asintió rápidamente. —Lo llevaré allí, señor.
De camino, Luca no dejaba de mirar a William por el retrovisor.
¿De verdad se trataba solo de negocios?
Por alguna razón, no lo parecía. Nunca había visto al señor Briggs comportarse así con ninguna mujer, hasta que apareció la señorita Russell.
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