Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 515
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Capítulo 515:
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Su mano presionó sobre su abdomen. El tono de William se volvió más bajo. «¿Puedes ver si la vieja herida se ha vuelto a abrir?».
Stella se arrodilló frente a él, los nervios le hacían morder el labio mientras le levantaba con cuidado la camisa.
Su abdomen mostraba dónde se había cerrado casi por completo la herida. Una piel nueva y rosada cubría la zona, en claro contraste con el resto de su cuerpo.
Stella pasó suavemente los dedos por la cicatriz elevada. «¿Te duele aquí?». Una leve mueca cruzó el rostro de William cuando ella lo tocó.
Preocupada por haberle causado dolor, Stella retiró la mano rápidamente y balbuceó: «¿Te ha dolido? Lo siento mucho. No quería hacerte daño».
William captó la preocupación que brillaba en sus ojos, algo que casi nunca veía en ella.
Él respondió con calma: «No es dolor. Solo es que tu mano está fría, eso es todo».
El alivio alivió parte de la tensión en el pecho de Stella. «Entonces, ¿te sientes incómodo aquí o es en otro lugar?».
Con una mirada pensativa, William negó con la cabeza. «Es difícil decir exactamente dónde me duele. ¿Quizás puedas intentar averiguarlo?».
La sugerencia la dejó momentáneamente desconcertada. ¿Acaso el hombre que antes protegía su espacio personal como si fuera una fortaleza había bajado ahora todas sus defensas?
Los delgados dedos de Stella, con una suave pálida de rosa en las yemas, se posaron sobre su piel. Se aseguró de no presionar demasiado, tocando ligeramente y retirándose después de cada punto que comprobaba.
«¿Te duele cuando toco aquí? ¿O quizá aquí?».
Recorrió casi cada centímetro del abdomen de William, pero él solo parecía más inseguro, sin decidirse por una respuesta. La sospecha se apoderó de ella, así que probó a tocarle en otros lugares.
Esta vez, Stella no se contuvo tanto y se centró en su rostro en lugar de en el lugar donde posaba las manos. «¿Y este punto?».
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«Quizás me duele un poco…».
Stella abrió mucho los ojos al darse cuenta de que él había estado bromeando todo el tiempo. Se quedó paralizada, retiró la mano y lo miró con recelo.
Al notar el repentino cambio en el comportamiento de Stella, William abrió los ojos justo a tiempo para ver un cojín del sofá volando directamente hacia él.
«William, ¿de verdad crees que engañarme así es divertido?».
En cuanto vio que ella estaba realmente enfadada, la actitud de William cambió. —No estaba tratando de engañarte.
A Stella casi le divirtió su mirada sin remordimientos. Cruzó los brazos y lo miró fijamente. —Oh, por favor. ¿Esperas que me lo crea? Ya estaba confundida sobre cómo Marc podría haberte hecho daño. ¡Seguías actuando como si te doliera, incluso cuando apenas te tocaba!
La frustración hervía en su interior. Stella siempre se tomaba en serio su salud, pero a William le gustaba actuar como si fuera un desamparado cuando estaba con ella.
Recordó el accidente de coche: parecía que estuviera al borde de la muerte, pero en realidad solo había sido un rasguño sin importancia.
Cuanto más lo pensaba, más crecía su irritación. Sin decir nada más, se dio la vuelta para marcharse.
Una ola de pánico invadió a William. Extendió la mano y la agarró del brazo. —¡Stella, por favor, no te vayas!
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